Diario de León

Los japoneses, educados para afrontar emergencias, hacen gala de una exquisita entereza

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patricia souza | tokio
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Los japoneses afrontan los problemas de abastecimiento y suministro eléctrico con entereza y civismo, propias de un pueblo con fuerte sentido de la comunidad y educado para afrontar emergencias.

La tercera economía mundial tiene por delante días, semanas y quizá hasta meses complicados, partiendo de un presente de fábricas paralizadas, apagones de luz y escasez de alimentos y bebidas en la franja de su territorio más castigada por el seísmo del viernes.

La empresa Tepco, operadora de una planta nuclear en Fukushima que tiene en alerta al mundo, comenzó ayer a cortar la luz entre tres y seis horas en una amplia zona que incluye Tokio y las provincias cercanas, y prevé mantener hasta finales de abril unos apagones que pueden afectar hasta a 45 millones de personas.

De momento el corazón de Tokio no se ha visto incluido en los cortes eléctricos pero, al haber pasado en áreas inmediatamente contiguas, muchos trenes de cercanías dirigidos a la capital no han funcionado o bien se han retrasado durante horas.

Para millones de trabajadores fue una pesadilla llegar este lunes a sus oficinas en la mayor metrópolis del planeta, que ayer ofrecía en sus calles más céntricas un inusual paisaje de ciclistas y peatones trajeados.

Algunos hasta tuvieron que hacer doble ejercicio pues muchos edificios, incluidos rascacielos, paralizaron sus ascensores ante las posibles réplicas del seísmo y para ahorrar energía, como ha pedido el Gobierno ante la situación de emergencia que vive Japón.

«Fui a trabajar en bicicleta porque no había tren y tuve que pedalear durante hora y media», explicó Yuya Ishizuka, un joven de 29 años que vive a más de diez kilómetros del hospital donde trabaja.

La reacción de los japoneses ha asombrado al mundo con su mezcla de calma, entereza y resignación. En las zonas más devastadas por el seísmo hasta ahora no se ha hablado de un solo saqueo. Hay orden en las largas filas frente a tiendas y gasolineras, y la contención es la norma entre los damnificados de áreas donde han desaparecido miles de personas.

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