EL CONGRESO APRUEBA LOS PRESUPUESTOS DEL 2011
Un acuerdo de última hora evita el cierre del gobierno en EEUU
En el último momento, a poco más de una hora de que el gobierno de Estados Unidos se viera obligado a cerrar servicios y despedir temporalmente a funcionarios no esenciales por falta de dinero, republicanos y demócratas han alcanzado un acuerdo presupuestario que ha disipado el fantasma de la primera paralización del país en 15 años.
Alrededor de las 11 de la noche, el presidente, Barack Obama, que ha mediado en semanas de duras negociaciones tensadas por estratagemas políticas, ha comparacido ante las cámaras y ha declarado orgulloso: " El gobierno de EEUU seguirá abierto ". Republicanos y demócratas han acordado recortar en 26.500 millones de euros el gasto público en lo que queda de año fiscal (hasta septiembre), recortes que Obama ha anunciado que serán " dolorosos ".
Por cuestiones de proceso, el pacto no podrá sellarse hasta por lo menos mediados de la semana que viene, por lo que ayer mismo se aprobó en votaciones de urgencia en las dos cámaras un " presupuesto puente " para esta semana que ha permitido no cerrar servicios y despedir empleados a partir de la medianoche. El acuerdo había parecido improbable durante los últimos días, cuando se ha demostrado que, más allá de la apuesta por reducción del gasto público que buscaban los republicanos, cuestiones ideológicas y políticas de valores habían entrado en la negociación.
Uno de los principales puntos de fricción en las discusiones ha sido la financiación federal de programas de planificación familiar que los republicanos querían eliminar, al igual que la autoridad de la Agencia de Protección Ambiental para regular las emisiones de gases contaminantes. Los demócratas han conseguido evitarlo, pero solo de momento, y la financiación de grupos como Planned Parenthood se debatirá en el Senado en una votación separada.
Bloqueo indignante Los dos partidos eran conscientes de las consecuencias políticas de un bloqueo que indignaba a los ciudadanos pero, a la vez, tenían que tratar de contentar a distintas facciones y a sus bases en la negociación. Boehner, por ejemplo, debía consensuar las reclamaciones de la remesa más reciente de congresistas llegados a Capitol Hill con el apoyo del extremista Tea Party (que han hecho prioritaria la apuesta por una reducción brutal del gasto público), las de los conservadores sociales (para quienes la lucha contra el aborto es fundamental) y las del grupo de republicanos para quienes lo básico es conseguir más financiación para el Departamento de Defensa.
Y el presupuesto del Pentágono ha sido otro de los ejes de la negociación. Se ha pactado ampliar su dotación en 3.600 millones de euros hasta los 354.000 millones, un aumento menor de lo que buscaban algunos conservadores pero que obliga a buscar recortes en otros programas domésticos. En las últimas horas antes del pacto, algunas de las voces más extremistas dentro del partido republicano (desde la congresista Michelle Bachmann hasta el excandidato Mike Huckabee o el veterano senador antiabortista Tom Coburn) han empezado a pedir a Boehner que sellara el pacto.
Su razonamiento es que no conviene perder fuerza ni ser golpeados por un deterioro de imagen ante los votantes cuando se avecinan guerras políticas aún más intensas, empezando por el debate sobre si elevar o no el techo de la deuda y el de los siguientes presupuestos, en los que los republicanos quieren dejar sin fondos la reforma sanitaria aprobada por Obama.