Diario de León

El suceso puede desencadenar una reestructuración de la institución

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macarena vidal | washington
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La detención en Nueva York del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, por supuestos delitos sexuales podría desencadenar una importante reestructuración del Fondo, uno de los viejos temas pendientes en la institución multilateral. Strauss-Kahn, que según sus abogados se declarará no culpable cuando comparezca ante un juez en una audiencia preliminar, quedó detenido el sábado cuando se disponía a volar a París después de que la camarera de un hotel neoyorquino denunciara un supuesto intento de violación.

Hasta el momento, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se ha limitado a indicar que no se pronunciará sobre la detención, subrayando que cualquier consulta sobre el asunto debe dirigirse a los abogados personales del alto funcionario, y ha insistido en que se encuentra «a pleno funcionamiento y completamente operativo». Mientras dure la situación actual, a todas luces el día a día de la gestión recaerá en el «número dos» del Fondo, el estadounidense John Lispky. Pero Lipsky se encuentra también de salida, tras anunciar el pasado jueves que abandonará la institución cuando concluya su mandato, en agosto.

Renuncia. Y en cualquier caso, en Washington se daba por seguro que Strauss-Kahn renunciaría también a su puesto de alto funcionario internacional este verano para regresar a su país como aspirante a ser el candidato socialista en las elecciones presidenciales del año próximo. Se crean así las circunstancias perfectas para acometer unas reformas que los países en desarrollo exigen desde hace años y que la institución creada en la Conferencia de Bretton Woods en 1944, ha sido hasta ahora muy lenta en contemplar.

Un pacto de caballeros entre EE.UU. y los países europeos establece que el cargo de director gerente del Fondo recaiga en un europeo, mientras que el puesto de presidente del Banco Mundial, su institución hermana, corresponde a un estadounidense.

Pero los países en desarrollo reclaman un reparto de las cuotas de poder dentro del Consejo directivo de la organización que reflejen la creciente importancia de las economías emergentes y que, por primera vez, el director del Fondo proceda de un país no occidental. Este tipo de cambios podría tener, a su vez, efectos profundos en la política de la institución financiera.

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