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El FMI emprende mañana el proceso para designar un nuevo director

Los tres últimos dirigentes de la institución -˜apagafuegos-™ se han ido antes de tiempo

Un policía patrulla el edificio donde vivirá temporalmente Strauss Kahn.

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m. j. alegre | WASHINGTON
León

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Lo que necesita el Fondo Monetario Internacional es una buena crisis. Al fin y al cabo, son su razón de existir. La afirmación fue pronunciada por un ex economista-jefe de la institución en los años de euforia del arranque de este siglo, y cobra estos días un sentido especial. Los tres últimos dirigentes de la institución -˜apagafuegos-™ se han ido antes de tiempo, y el FMI emprende este lunes el proceso para designar un nuevo director gerente, tras la dimisión de Dominique Strauss Kahn, acusado de graves delitos de agresión sexual. Su antecesor, el español Rodrigo Rato, justificó la salida anticipada en razones familiares que podía haber previsto perfectamente antes de aceptar el nombramiento. Después se constató que, durante su mandato, pasaron desapercibidas o fueron infravaloradas las señales de que un colapso financiero estaba a punto de abatirse sobre el mundo desarrollado.

En la práctica, los dos bloques se reparten el mando en el Fondo, porque los préstamos y las grandes decisiones exigen el 85% de los votos, y la cuota norteamericana -”que asciende al 17,41%-” le proporciona derecho de veto. Duros sacrificios Europeos han sido los diez dirigentes del FMI que se han sucedido hasta ahora. Tras unos primeros años de relativa tranquilidad, en las décadas de los ochenta y noventa, el Fondo acudió al rescate de Bolivia, Argentina, Brasil, Corea del Sur, México y aplicó a todos ellos las mismas severas recetas de austeridad pública y privatizaciones. En definitiva, auténticas terapias de choque basadas en los principios del liberalismo económico. En mayo de 2000, al francés Michael Candessus, que había ejercido la dirección durante trece años, le sucedió el alemán Horst Köler.

Con ocasión de ese relevo, EEUU vetó al aspirante Koch-Weser, y los países emergentes expresaron su intención de acabar con el pacto no escrito que venían aplicando Europa y Estados Unidos. Koch- Weser se marchó un año antes de completar su mandato porque se postulaba a la presidencia alemana. Tras la mini-crisis de la burbuja tecnológica y el atentado del 11 de septiembre en Nueva York, el mundo desarrollado parecía haber entrado en una etapa de prosperidad sin sombras de incertidumbre. Países americanos y asiáticos devolvían los préstamos sin problemas, y se apreciaba ya el formidable potencial de crecimiento que atesoraban los emergentes. El español Rodrigo Rato accedió al puesto de director gerente del FMI en junio de 2004, apenas tres meses después de que su partido perdiera las elecciones.

Europa hizo valer una vez más sus privilegios -”su rival solamente fue apoyado por Egipto--” y Rato pudo presumir de haber gestionado la política económica de España en momentos en que el país exhibía una impecable trayectoria de entrada en el euro, una década de fuerte crecimiento, una tasa de paro decreciente y un déficit público en trance de desaparición.