El noruego detenido se confiesa único autor de los atentados
Breivik asumió que fue «cruel ejecutar esos asesinatos, pero era necesario»
El único detenido por la masacre de Noruega, Anders Behring Breivik, se reconoció ayer autor del doble atentado, que ha causado ya 93 muertos, en una jornada en la que el país nórdico, que sigue presa de la conmoción, rindió homenaje a las víctimas con un funeral de Estado. Breivik, un noruego de 32 años de ideología ultraderechista y acentuada islamofobia, admitió ante la policía haber perpetrado en solitario el ataque con coche bomba de Oslo y el posterior tiroteo de la isla de Ut¸ya, en la que murieron tiroteados al menos 86 jóvenes, e indicó que fue «atroz», pero «necesario».
Así lo explicó su abogado, Geir Lippestad, tras asistir al interrogatorio al que fue sometido Breivik, en el que no negó «nada de lo que hizo» y se prestó a colaborar con los agentes y el juez, que le interrogará hoy. «Explicó la seriedad del asunto, la increíble amplitud de heridos y muertos. Su reacción fue asumir que era cruel ejecutar esos asesinatos, pero en su opinión era necesario», apuntó Lippestad sobre Breivik, que se enfrenta a una condena máxima de 21 años de cárcel, según el código penal noruego.
Sus motivos. Ahondando en sus motivos, ayer salió a la luz un «manifiesto» del agresor de 1.500 páginas escritas en inglés en el que practica un revisionismo histórico islamófobo, ataca el «multiculturalismo» y explica con un detalle enfermizo cómo los «auténticos» europeos van a recuperar el continente ante los musulmanes. «Cuando decides atacar, es mejor matar a demasiada gente que no a los suficientes, o te arriesgas a reducir el impacto ideológico deseado para el golpe», argumenta en el epígrafe 3.23, titulado La naturaleza cruel de nuestras operaciones . El texto, contiene fragmentos propios y otros plagiados del terrorista estadounidense Ted Kaczynski, el conocido Unabomber.
Breivik concluyó su obra y la difundió a través de internet horas antes de embarcarse en «la mayor tragedia desde la II Guerra Mundial» de Noruega, como la volvió a definir ayer el primer ministro del país, Jens Stoltenberg. No obstante, el «manifiesto» no llegó a los medios hasta ayer, poco antes de que cientos de personas, encabezados por la familia real noruega y los miembros del Ejecutivo, participaran en la catedral de Oslo un funeral de Estado en memoria de los fallecidos.
Recordando a los fallecidos. «He venido aquí porque una de mis alumnas, una fantástica activista política de 21 años a la que conocía bien, murió asesinada en Ut¸ya», explicó visiblemente emocionado el profesor de Derecho de la Universidad de Oslo Mads Andenas. Las visitas al templo fueron constantes durante todo el día y a última hora de la tarde miles de flores, velas, banderas noruegas y dedicatorias inundaban sus alrededores. «Vamos a responder a estos atentados con más democracia», aseguró en su intervención en la catedral Stoltenberg, en medio del llanto inconsolable de una mujer sentada en los primeros bancos.
Mientras tanto, los equipos de rescate continúan trabajando en las aguas que rodean la isla de Ut¸ya y en los cuatro edificios gravemente dañados por el coche bomba en busca de más víctimas, ya que un número indeterminado de personas se encuentran desaparecidas.
La policía. Las críticas a la actuación de las fuerzas de seguridad siguieron de forma paralela cobrando fuerza a lo largo del día, centradas en la pasividad inicial de la policía y en el excesivo tiempo que necesitaron para llegar a Ut¸ya, lo que agravó la tragedia. En rueda de prensa, un portavoz policial reconoció que recibieron el primer mensaje de alerta sobre el tiroteo a las 17.26 horas (15.26 GMT), pero que los primeros efectivos no llegaron a la isla hasta las 18.25 horas (16.25 GMT), ya que tuvieron primero que confirmar el aviso y luego conseguir una embarcación.