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VIOLENCIA EN ÁFRICA

Kenia enviará un batallón de élite al campo de refugiados de Dadaab

Exteriores trabaja con el Gobierno de Nairobi para tratar de localizar a Montse Serra y Blanca Thiebaut. Médicos Sin Fronteras retira a su personal a Nairobi y otras oenegés limitan su actividad a la emergencia

Un niño delante de la choza en la que vive en el campo de refugiados keniano de Dadaab, a 100 kilómetros de la frontera con Somalia.

Publicado por
MONTSE MARTÍNEZ / Barcelona
León

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Ha sido necesario un doble secuestro -dos españolas de Médicos Sin Fronteras- para que el Gobierno de Kenia tomara cartas en un asunto que era un secreto a voces en el campo de refugiados de Dadaab, a menos de 100 kilómetros de la peligrosa frontera con Somalia. El deterioro galopante de la seguridad en el campo de refugiados más grande del mundo constituía, desde hace semanas, el quebradero de cabeza de las oenegés que operan en esta gran ciudad de 450.000 personas vigilada tan solo por 500 policías. El Gobierno de Kenia se comprometió ayer a enviar a la zona un «batallón de élite» en los «próximos dos o tres días» para garantizar la seguridad tanto de los refugiados como del personal humanitario. De entrada, las principales oenegés limitarán su actuación a los casos donde haya riesgo para la vida.

El refuerzo de la seguridad fue acordado en una reunión multidisciplinar celebrada ayer por la tarde en Nairobi en la que estuvieron presentes representantes de las agencias de las Naciones Unidas, del Gobierno keniano y de las oenegés que operan en el campo de Dadaab, entre ellas Médicos Sin Fronteras y Oxfam Internacional. Las milicias islamistas de Al Shabaab, vinculadas a Al Qaeda, siguen siendo las principales sospechosas del secuestro aunque uno de sus portavoces lo ha desmentido. MSF suspendió ayer toda su actividad en el campo y retiró a su personal a su sede de Nairobi.

Paralelamente, los estamentos oficiales tanto españoles como kenianos trabajan para localizar el paradero de las dos cooperantes secuestradas, Montserrat Serra, de 40 años y vecina de Palafrugell, y Blanca Thiebaut, madrileña de 30 años.

Ambas son logistas de la oenegé y trabajaban en la construcción de un hospital en el campo de Dadaab cuando fueron asaltadas a tiros en el vehículo en el que viajaban con el conductor keniano Mohamed Hassan, hospitalizado y fuera de peligro tras recibir un impacto de bala en el cuello durante el asalto. Siguiendo la norma de la oenegé para la que trabajan, no llevaban escolta armada en el desplazamiento.

El presidente de Médicos Sin Fronteras España, Juan Antonio Bastos, continuó ayer con el hermetismo con el que la oenegé ha abordado el suceso desde el primer momento y se limitó a decir que trabaja codo con codo con el Ministerio de Exteriores español para localizar y liberar a las cooperantes.

« Durante todo el día de ayer se especuló con el interrogante de si las secuestradas aún estaban en Kenia o ya habían sido trasladadas a Somalia, pero lo cierto es que ni las fuerzas de seguridad de Kenia ni el Ministerio de Exteriores español facilitó información al respecto. «El Gobierno actúa con prudencia, inteligencia y discreción», se limitó a decir el portavoz, José Blanco.

Lo que sí es cierto es que la policía local encontró el coche en el que huyeron los captores a 30 kilómetros de la frontera somalí. Las batidas policiales se repitieron ayer en toda la zona fronteriza.

En el campo de Dadaab habrá un antes y un después del secuestro de las cooperantes españolas. Fuentes presentes en la reunión celebrada en Nairobi explicaron ayer a EL PERIÓDICO que las onegés que trabajan en Daadab -además de MSF, Oxfam Internacional, Cruz Roja, Caritas, Acción Contra el Hambre y Save the Children, entre otras- acordaron limitar al máximo sus labores humanitarias y restringirlas a las «actuaciones para salvar la vida». Es una directriz común que cada oenegé adaptará en función de su especialidad. A excepción de MSF, que ha retirado todo su personal, el resto mantiene a sus cooperantes pero solo saldrán «en situaciones de emergencia y debidamente escoltados por la policía».

El caso de la oenegé Oxfam-Internacional, que lleva cabo labores de potabilización de agua y saneamiento, sirve como ejemplo de la restricción de las actividades hasta que no esté garantizada la seguridad. «Nosotros garantizaremos que haya agua potable en el campo, ya que es un bien básico del que no se puede prescindir pero paralizaremos la construcción de letrinas y las actividades de promoción de higiene a pesar de que son fundamentales para evitar la propagación de enfermedades», detalló telefónicamente desde Nairobi Fran Equiza, director regional de Oxfam-Internacional.