CRISIS ECONÓMICA
La banca austríaca, expuesta como ninguna a los riesgos en Europa del Este
La grave crisis que atraviesa Hungría, al borde de la quiebra, pone de relieve la posición vulnerable de Austria, cuyos bancos enfrentan más riesgos que ningún otro en Europa del Este. Según el Banco Nacional de Austria (ÖNB), un 22 % de los créditos concedidos por entidades europeas en esa región procede de Austria, seguida de Italia (16 %), Francia (13 %) y Alemania (12 %), países económicamente mucho más poderosos que esta república alpina.
En total, los bancos austríacos acumulaban el año pasado 223.950 millones de euros en créditos pendientes en esa zona, equivalente al 65 % del producto interior bruto (PIB) nacional. Estos datos demuestran una extraordinaria exposición financiera en el Este europeo, donde las empresas austríacas iniciaron hace veinte años una fuerte expansión, tras la caída del comunismo.
Franz Hahn, experto en banca del Instituto de Ciencias Económicas de Austria (Wifo), dice que el "problema central" son los préstamos en divisas (en euros y francos suizos) concedidos "de forma bastante agresiva" a particulares en esos países. Según el analista, "es probable" que los bancos austríacos, que en el mercado nacional actúan bajo reglas muchos más estrictas, en el exterior no hayan advertido bien a sus clientes de los riesgos.
Los principales focos de riesgo se centran en Hungría y Rumanía, dos de los países más golpeados por la actual crisis, y en menor medida Bulgaria, Ucrania y Croacia. Solo en estos cinco países la banca austríaca ha concedido créditos por unos 93.000 millones de euros, siendo Hungría y Rumanía los principales "quebraderos de cabeza", con unos 30.000 millones de euros cada uno.
Menos problemáticos parecen, por ahora, los mercados de la República Checa (con préstamos de 53.170 millones de euros), Eslovaquia (23.210 millones de euros) y Eslovenia (11.910 millones de euros). "La expansión hacia el Este ha hecho que los bancos austríacos, que antes eran insignificantes a nivel internacional, sean ahora demasiado grandes para el tamaño de la economía del país, y encima actúan en regiones muy delicadas y frágiles", advierte Hahn.
Ante esa situación, Austria ha sido muy activa al garantizar la permanencia de sus bancos en esa región y proveer a los países más presionados con créditos internacionales para evitar una bancarrota. Además, el Gobierno austríaco ha rehuido unirse a las críticas europeas al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, acusado de recortar los poderes e independencia de la Justicia y del Banco Central. "Austria tiene grandes intereses económicos en la región, que van más allá de los bancos", explica el analista de Wifo.
Debido a la grave situación financiera de Hungría, algunos expertos han advertido de la posibilidad de que la república alpina pierda su nota de solvencia máxima de las agencias de calificación de riesgo, como ya previno esta semana el banco alemán Berenberg.
Según el Gobierno austríaco, una pérdida de la nota máxima, la triple A, aumentaría la carga de intereses de la deuda pública en unos 3.000 millones de euros anuales a los 8.000 millones de euros actuales. Austria es junto a Alemania, Francia, Luxemburgo, Holanda y Finlandia, uno de seis países de la zona euro que mantienen por ahora la nota de excelencia de su deuda soberana.
Según Hahn, un posible escenario en caso de mayores problemas en en Europa oriental en los próximos meses es que las casas matrices de los tres grandes bancos -Bank Austria, Erste Bank y Raiffeisen Bank- tengan que aprovisionar a sus filiales regionales.
Eso obligaría al Estado austríaco a inyectar dinero en las entidades, ya que éstas no tendrían medios propios para recapitalizarse y alcanzar las cuotas de capital de máxima calidad exigidas por las autoridades bancarias europeas.
Por ahora, los bancos austríacos aseguran que tienen todo controlado y Hahn estima que tienen "suficientes reservas" para absorber posibles morosidades. Pero el experto de Wifo pone en duda que se haya hecho "un análisis del todo justo de los posibles riesgos". "Austria debe hacer como Suiza y obligar a sus bancos a que tengan cuotas más elevadas de capital, ya que los riesgos no pueden ser calculados bien en esa región", concluyó Hahn.
Estos riesgos son una pesadilla cada vez más grande para los grandes bancos austríacos. Por ejemplo, el Erste Bank, participado en un 10 % por la española Criteria, tuvo que apuntar pérdidas de 973 millones de euros para el período entre enero y septiembre de 2011.
El Raiffeisenbank, por su parte, registró beneficios de más de 1.000 millones de euros en el mismo período, pero tuvo que inyectar 350 millones de euros en su filial húngara. Y el Bank Austria, integrado en el deficitario grupo italiano UniCredit, obtuvo entre enero y septiembre pasado un resultado neto raquítico de 4,5 millones de euros. Todo ello, debido a la necesidad de acumular suficientes reservas de capital de cientos de millones de euros para absorber posibles impagos de créditos.