El capitán del crucero miraba desde tierra firme cómo se hundía la nave
El capitán del crucero Costa Concordia , Francesco Schettino, permaneció sobre una escollera de la isla italiana de Giglio mirando cómo se hundía la embarcación que había abandonado antes de que concluyera la evacuación de la misma. Esto es lo que concluye la jueza instructora Valeria Montesarchio en la orden que dictó el martes para el arresto domiciliario al capitán. Una conclusión basada en los testimonios recogidos en el marco de la investigación en curso por el accidente marítimo y en la que considera, asimismo, que existen «graves indicios» de los tres delitos de los que la Fiscalía acusa a Schettino, el de abandono de la nave, homicidio culposo múltiple y naufragio.
La magistrada cree que «de todas las investigaciones realizadas tras el accidente marítimo resulta la conducta culposa atribuida al comandante, quien mediante una maniobra gravemente imprudente acercó la nave excesivamente a la costa de la isla del Giglio, con un cambio de la ruta ordinaria» prevista. Montesarchio señaló que el capitán «no pudo no darse cuenta de la importancia del daño» e hizo hincapié en que se tardó entre 30 y 40 minutos en dar la señal de alarma. Sobre el abandono de la nave por parte de Schettino, la jueza indica que el capitán dejó el buque cuando a bordo del mismo permanecían «al menos un centenar de personas». La jueza explica además que Schettino testimonió que el abandono del barco no fue «voluntario», sino que, por las condiciones en las que se encontraba, era «necesario», aunque la juez destaca cómo otros oficiales sí permanecieron a bordo.