Las elecciones ecuatorianas despejan el camino a la revolución de Correa
Rafael Correa continúa el camino de los líderes revolucionarios latinoamericanos que arrasan en cuantas consultas electorales se presentan. La del domingo fue su octava victoria en las urnas desde el 2006. Los datos daban cuenta de su triunfo por goleada. Y ayer el Consejo Nacional Electoral (CNE), también otorgó al gubernamental Movimiento Alianza País la mayoría legislativa. El reelecto jefe del Estado de Ecuador podrá así sacar adelante las leyes bloqueadas por la oposición.
La prioridad para Correa es aprobar un nuevo código penal, seguido por la ley ambiental y la de comunicación, criticada por ONG internacionales por vulnerar la libertad de expresión. Pese a las denuncias, el flamante presidente se muestra decidido a controlar a la que llama «prensa corrupta». «Con la prensa honesta no tenemos ningún problema pero hay uno de fondo con la que responde a grupos de poder. Ya no pone ni quita presidentes pero manipula», afirmó el mandatario.
Tendrá cuatro años para profundizar los cambios sociales de su ‘Revolución Ciudadana’, especialmente «a nivel rural» y diversificar «la matriz productiva». Orgulloso de haber labrado su andadura política «en paz», Correa dijo a su pueblo que «los soldados fueron ustedes y las balas fueron los votos, pero unidos nada ni nadie nos podrá vencer. Unidos somos invencibles». La estabilidad política y los planes de infraestructura son la mejor baza del presidente para lograr gran aceptación.
La victoria del presidente no fue una sorpresa. Era esperada. Y los resultados parciales confirmaron el aplastante triunfo que apuntaban las encuestas. Cosechó el 56,93% de los votos frente al 23,76% obtenido por su oponente más cercado, el ex banquero Guillermo Lasso, del que Correa sostuvo que era bueno que la nueva oposición provenga de una derecha ideológica. El tercero, Lucio Gutiérrez, apenas llegaba al 6,05%. El resto de aspirantes prefirió quedar bajo mínimos y tener con qué negociar antes que aunar esfuerzos en un candidato único. Eso explica el «correazo» del mandatario: una ventaja de más del 33%.