Una Bachelet más radical para un Chile con deudas pendientes
Casi cuatro años después de dejar la presidencia de Chile con una gran popularidad pero con muchas asignaturas pendientes en materia de cambio social, Michelle Bachelet, que el domingo volvió a ganar las elecciones en su país, asegura que ahora sí es tiempo de ir a fondo con las transformaciones que aporten equidad al modelo de estabilidad económica. Para lograrlo deberá ser capaz de amalgamar a su propia coalición de centroizquierda, en la que las posiciones difieren y a veces hasta están enfrentadas. Las principales diferencias radican en el ritmo de la reforma tributaria y la educativa. Están los partidarios de hacer los cambios poco a poco y quienes creen, en cambio, que hay que ser rápidos y tajantes.
Ayer Bachelet explicó por qué esperará hasta la segunda quincena de enero para definir el Gabinete que la acompañará en la investidura del próximo 11 de marzo. «Quiero darme el tiempo necesario para elegir a los mejores, a los que estén plenamente comprometidos con el mandato del programa de gobierno», definió. La declaración revela que la agenda está por encima de sus eventuales ejecutores.
Propuestas
La socialista propone incrementar el impuesto a las grandes empresas y bajar tributos personales en un período de cuatro años. Y en sintonía con las demandas del movimiento estudiantil, esta nueva Bachelet, que se muestra más radical, prevé retomar -aunque no de un día para el otro- la educación universitaria pública y gratuita eliminada durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Los integrantes de la triunfante Nueva Mayoría -socialistas, democristianos y comunistas, además de representantes de otros pequeños partidos de centroizquierda- se enfrentan en estos y en otros asuntos de la nueva agenda social como el del matrimonio igualitario o la despenalización del aborto para casos de violación o de inviabilidad del feto.