Diario de León

Ruanda culpa a la colonización europea del odio étnico que llevó al genocidio

. . La matanza de tutsis y hutus moderados a manos de hutus extremistas duró cien días y se cobró 800.000 vidas.

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javier marín | nairobi
León

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El presidente de Ruanda, Paul Kagame, culpó ayer a la colonización europea del odio étnico que desencadenó el episodio más trágico de la historia de este pequeño país africano: el exterminio de 800.000 personas por motivos étnicos, un genocidio del que se cumplen veinte años. La matanza de tutsis y hutus moderados a manos de hutus extremistas comenzó el 7 de abril de 1994 y acabó cien días después con un saldo de víctimas mortales equivalente entonces al 30 por ciento de la población ruandesa.

El origen de esta barbarie, según Kagame, se remonta a la colonización de franceses y belgas y a la misión de la Iglesia Católica que los acompañó y que instauraron -a su juicio- una organización política responsable del odio étnico que culminó en el genocidio.

«El legado más devastador del control europeo en Ruanda fue la transformación de las distinciones sociales. Fuimos clasificados de acuerdo a un marco inventado en otro lugar», acusó ante miles de ciudadanos y líderes internacionales en el acto de conmemoración del vigésimo aniversario del genocidio, celebrado en el Amahoro Stadium de Kigali y retransmitido por una web oficial ruandesa.

«Los hechos son testarudos», y «ningún país es tan poderoso como para cambiarlos, aunque crea que lo es», dijo el presidente en referencia a Francia, que canceló a última hora su participación en los actos después de que Kagame la acusara de haber tenido «un papel directo en la preparación del genocidio».

Relación «simbiótica»

Su discurso, pronunciado en un recinto que dio refugio a 12.000 personas durante la matanza de 1994, fue refrendado por el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, quien aseguró que tutsis y hutus tenían una relación «simbiótica» antes de la colonización.

«Ruanda fue una de sus víctimas», los europeos solo trajeron «matanzas, saqueos y enfermedades», dijo el presidente de Uganda, que en febrero pasado modificó su legislación para poder condenar a cadena perpetua a los homosexuales y prohibir las minifaldas.

No obstante, por encima de acusaciones y reproches, primó la emoción y el recuerdo de las víctimas, los deseos de paz y las lecciones aprendidas, sentimientos que todos resumieron en dos palabras: «Nunca más».

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