Berlusconi, «peligroso socialmente», se rehabilitará trabajando con ancianos
Punto final a la primera sentencia firme contra Silvio Berlusconi tras dos décadas de batallas judiciales: sus cuatro años de condena por fraude fiscal, reducidos a uno por un indulto, se traducirán en servicios sociales en un centro de ancianos cerca de Milán. Lo decidió ayer un tribunal, que aceptó una medida de reinserción alternativa al arresto domiciliario. En una nota sangrante para el ex primer ministro italiano los jueces hablan de él como un delincuente más y consideran que es «todavía socialmente peligroso», dado que ha mostrado «aversión a las reglas del Estado para la tutela del ordenamiento y de la convivencia civil». Pero concluye que no está todo perdido porque el reo apunta «indicios de voluntad de recuperación», como haber pagado las costas y la indemnización.
Bonitas palabras, justicia poética. Pero en la práctica el magnate irá una vez a la semana, cuatro horas seguidas, al centro Sacro Cuore de Cesano Boscone, a 40 kilómetros de su casa. El lugar fue asediado ayer por la prensa y no tiraban cohetes precisamente con su nuevo huésped.
Condiciones
Berlusconi deberá acatar una serie de medidas restrictivas: estar a las once de la noche en casa y no salir de Lombardía, la región de Milán, aunque los jueces han aceptado, a petición suya, que vaya a Roma de martes a jueves. Esto le permite la actividad política para las elecciones europeas, que es lo que le importaba. Tenía pavor al arresto domiciliario. Encerrado con su novia Francesca Pascale y el caniche ‘Dudú’ habría significado su muerte política. No obstante el tribunal le ha advertido que si difama a los magistrados, como acostumbra, revocarán la decisión y quedará en arresto. Deberá morderse la lengua, su mayor condena.
Echando cuentas hay que reducir la pena a diez meses y medio con un ulterior beneficio penal y salen un total de 168 horas. Es decir, siete días exactos de trabajo social. En esto se ha quedado un «enorme fraude fiscal» de 368 millones.