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Obama quiere desmilitarizarse

El presidente de Estados Unidos defiende una política exterior más diplomática porque, según asegura, «no todos los conflictos tienen una solución militar».

Obama, saluda a su llegada al costado sur de la Casa Blanca.

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Mercedes Gallego | Nueva York
León

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Casi seis años y medio después de llegar a la Casa Blanca, y un día después de anunciar el calendario final de la retirada de Afganistán, Barack Obama tomó ayer el pódium de la prestigiosa academia militar de West Point para devolver el sentido a su política exterior. Los cadetes que se graduaban respondieron con tímidos aplausos de cortesía a las frases gastadas. La prensa se mostró decepcionada ante la ausencia de nuevos contenidos en su plan de política internacional y los críticos no encontraron un contendiente a su medida. A ellos iba dirigido el discurso con el que Obama pretendía desarmar las acusaciones de que es un presidente débil que ha hecho perder a EE UU su liderazgo en el mundo. «Quien dispute que EE UU rara vez ha sido más fuerte en relación al resto del mundo o sugiera que está en declive o se le ha escapado el liderazgo, o bien malinterpreta la historia o lo dice por partidismo político», acusó.

Como prueba ofrecía una dudosa fortaleza económica y la aplastante realidad de que «ya sea un tifón azotando Filipinas, niñas secuestradas en Nigeria u hombres enmascarados ocupando edificios en Ucrania, es a EE UU a quien mira el mundo en busca de ayuda», observó. «Seguimos siendo la única nación indispensable».

El Obama que ayer intentaba navegar entre la derecha libertaria de Rand Paul, «que cree que no nos toca a nosotros resolver conflictos como Ucrania, Siria o la República Centroafricana», y los «intervencionistas de izquierda y derecha, en cuya opinión si ignoramos esos conflictos será a nuestro propio riesgo», intenta buscar un término medio que no satisface a nadie. «Es totalmente cierto que en el siglo 21 el aislacionismo estadounidense no es una opción», reconoció, «pero el que tengamos interés en buscar la paz y la libertad más allá de nuestras fronteras no quiere decir que cada problema tenga una solución militar».

Muertes que persiguen

Obama sigue siendo el guerrero renuente al que todavía persiguen las consecuencias de sus acciones, notoriamente la escalada de tropas en Afganistán, que anunció hace cinco años en ese mismo lugar. «Cuatro de los militares que estaban en la audiencia dieron la vida por ello», recordó, «y muchos más resultaron heridos. Creo que la seguridad de EE UU requería esos despliegues pero todavía me persiguen esas muertes».

La derecha neoconservadora interpretó su promesa de no enviarles al peligro sólo para contentar a los críticos como una luz verde a los dictadores del mundo para que perpetren sus masacres sin miedo a la intervención de EE UU. El presidente se reserva esa carta para «cuando nuestros intereses lo demanden, nuestra forma de vida esté en juego o la seguridad de nuestros aliados en peligro». Para cualquier otro caso prefiere abrazar una política de alianzas con países en los que emerja el terrorismo.