Rousseff gana pero se convierte en rehén de partidos al mejor postor
Puede ver peligrar su mayoría absoluta para sacar adelante sus reformas.
La reelegida presidenta brasileña, Dilma Rousseff, tendrá en su segundo mandato respaldo mayoritario en el Congreso pero, con un menor número de legisladores oficialistas, un mayor número de partidos y la tradicional infidelidad partidaria del país, será rehén de las formaciones que «venden» su respaldo. Si la jefe de Estado ya era rehén del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la mayor fuerza electoral del país y que en el primer mandato le cobró por su apoyo cinco de los 30 ministerios y cientos de cargos públicos, en su segundo mandato pasará a depender de negociaciones con más formaciones, según analistas consultados por Efe.
Ello debido a que en las elecciones legislativas del pasado 5 de octubre se redujo el número de diputados y senadores integrantes de partidos que apoyan a Rousseff, que venció ayer la segunda vuelta de las presidenciales con el 51,6 % de los votos válidos frente al 48,3 % del líder opositor Aécio Neves. La fuerte polarización de las elecciones presidenciales, que dejó a Brasil dividido en dos y a la oposición fortalecida pese a la derrota, también dificultará el apoyo al Gobierno en el Congreso.
El número de diputados de partidos oficialistas caerá de los actuales 339 a 304 en la próxima legislatura, cifra que aún supera con holgura la mitad de 513 escaños, debido a que las formaciones tradicionales, principalmente las que apoyan a Rousseff, perdieron espacio en el Congreso frente a partidos menores.
El Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff, se mantendrá como la primera minoría en la Cámara, pese a que su representación cayó desde los actuales 88 diputados hasta 70, y el PMDB lo seguirá escoltando, pero con 66 diputados, cinco a menos que en la actual legislatura. Los partidos que apoyaban la candidatura de Neves tendrán 130 representantes en la Cámara Baja frente a 119 actualmente, en tanto que las formaciones independientes contarán con 79 diputados, cuyo apoyo pasará a ser necesario para la jefe de Estado. Pese a que los oficialistas serán suficientes para garantizar votaciones por mayoría absoluta (257 de los 513 diputados), no alcanzarán las tres quintas partes (308 votos) necesarias para la aprobación de enmiendas constitucionales.
Aún así, la tradicional infidelidad partidaria de Brasil, en donde los legisladores no son obligados a votar como sus formaciones, y la poca identificación con el Gobierno de algunos de los partidos que apoyan a Rousseff y que exigen cada vez más cargos en el Gabinete pueden amenazar incluso la mayoría absoluta.