La ira por los desaparecidos en México se convierte antisistema
Las marchas por los estudiantes de Iguala confluyen en la capital y se convierten en un clamor contra el Estado.
Las marchas de protesta por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa se convirtieron en un grito no solo contra el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto sino contra todo el sistema político. Al final de la jornada, grupos de manifestantes violentos provocaron incidentes en varias ciudades del país. «Vivos se los llevaron, vivos los queremos» era la consigna escuchada en Guerrero, Puebla, Chihuahua, Morelos, Oaxaca, Veracruz o Baja California, entre otros Estados.
La plaza del Zócalo de la capital mexicana reunió a las tres caravanas informativas que recorrieron la nación durante una semana. La rabia e indignación era latente. Los asistentes coreaban repetidamente ‘Fuera Peña’, ‘Gobierno farsante, que matas estudiantes’ y ‘Urgente, urgente, que renuncie el presidente’. Según el Gobierno fueron 30.000, pero en la enorme plaza de 20.000 metros cuadrados y en las calles aledañas caben cerca del millón de personas.
La gente llegaba con carteles contra el mandatario y llegaron a quemar un muñeco con la banda presidencial, pero la rabia se extendió hacia los partidos tradicionales del país. ‘Ni PRI, ni PAN, ni PRD; el pueblo al poder’, gritaban. La corrupción, el dinero del narco comprando voluntades en las instituciones, intereses creados, las broncas y divisiones partidistas han generado desconfianza respecto a los políticos, y de rebote en el sistema político, que salvo el periodo de 12 años de gobiernos panistas ha estado en manos de los hegemónicos priistas.
Y cómo no, también se elevó el lamento, la denuncia y la exigencia de justicia. Desde la tarima central, Felipe de la Cruz, padre y portavoz de los padres de los alumnos de magisterio desaparecidos en el Estado de Guerrero, expresó su determinación: «No vamos a descansar hasta encontrar a los muchachos o hasta que nos los entreguen, porque estamos seguros que saben dónde están. Tenemos la esperanza e ilusión de ver a nuestros 43 muchachos». Una madre agregó: «Estén donde estén, nos los tienen que entregar, porque vivos se los llevaron…». «¡Y vivos los queremos!», coreó la multitud completando la frase convertida en lema.