Diario de León

Rusia agita el fantasma de la guerra nuclear

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rafael m. mañueco | moscú
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Uno de los elementos de la denodada histeria antioccidental que el Kremlin promueve en respuesta a las sanciones por la anexión de Crimea y la ayuda a los separatistas del este de Ucrania incide repetidamente en la posibilidad de una guerra nuclear contra los países de la Otan.

Tal riesgo empieza a verse en la sociedad rusa como algo casi inevitable e incluso necesario, dadas las circunstancias. Y es que los medios de comunicación oficiales no cesan de insuflar la idea de que una guerra atómica «limitada» es algo que Rusia estaría en condiciones de ganar. El primero en sugerir tal posibilidad fue el politólogo Serguéi Márkov, miembro de uno de los órganos asesores del presidente Vladímir Putin.

En una entrevista publicada en junio en el rotativo sueco Svenska Dagbladet , Márkov advierte que la «rusofobia» reinante en Suecia, Polonia y las tres repúblicas bálticas ex soviéticas (Estonia, Letonia y Lituania) y la falta de respeto hacia Moscú del resto de los países europeos «ha puesto a Rusia contra la pared». A juicio del consejero presidencial, «el antisemitismo originó la Segunda Guerra Mundial y la rusofobia podría originar la tercera». Mucho más explícito fue el líder ultranacionalista ruso, Vladímir Yirinovski, cuyas opiniones traslucen a menudo el estado de ánimo de la cúpula rusa.

En agosto, en una entrevista al canal «Rossía-24», Yirinovski aseguró ante la estupefacción del presentador del programa que «las repúblicas bálticas y Polonia están condenadas, serán arrasadas. En esos territorios no va a quedar nada».

Yirinovski explicó que contra esos países se llevará a cabo un «ataque nuclear limitado» por permitir que la Otan instale en ellos un dispositivo que amenaza directamente a Rusia. «Estoy convencido de que esa decisión ha sido ya tomada» en el Kremlin, afirmó el dirigente ultranacionalista, y su realización es cuestión de meses. Nadie hasta el momento, ni en el Kremlin ni en el Gobierno ruso, ha hecho declaración alguna distanciándose de las palabras de Yirinovski.

Tras las amenazas de Márkov y Yirinovski, se lanzó una campaña de «camisetas patrióticas» con estampados de misiles nucleares. Al mismo tiempo, las tertulias televisivas comenzaron a discutir profusamente los pros y los contras de una contienda contra Occidente con empleo del armas atómicas.

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