Lubitz ocultó que estaba de baja cuando estrelló el avión en los Alpes
Padecía una depresión y la policía encontró en su casa rotos los papeles de la baja.
Andreas Lubitz engañó a todos. A su familia, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo y a su propia empresa. El copiloto de 27 años de la compañía Germanwings que estrelló su avión en los Alpes franceses y arrastró a la muerte a 149 personas que iban con él a bordo estaba enfermo, en tratamiento y de baja laboral el mismo día del siniestro. La fiscalía de Düsseldorf anunció ayer que en los registros efectuados en la casa de sus padres y el apartamento que ocupaba cuando trabajaba se han encontrado «documentos de contenido médico» que así lo confirman. Entre ellos «varios partes de baja por enfermedad actuales y del día de los hechos rotos en pedazos», que tras una valoración provisional parecen indicar que «el fallecido no reveló su enfermedad ante su empleador y su entorno profesional».
Al parecer, Lubitz acumulaba un amplio historial de depresiones y atravesaba una grave «crisis existencial» después de que su ex pareja hubiera puesto hace algunas semanas fin a una relación de siete años. Así lo reconoció la propia chica a los investigadores del caso durante la tarde de ayer. Antes, la Fiscalía de la capital del estado federado de Renania del Norte – Westfalia subrayó en un comunicado que en los registros no se encontraron «ni una carta de despedida ni un mensaje asumiendo los hechos», pero tampoco «indicios de un trasfondo político o religioso».
Aunque los fiscales encargados del caso no han querido informar sobre la enfermedad que afectaba al joven copiloto, varios medios alemanes revelaron que se encontraba en tratamiento psiquiátrico. El parte de baja había sido firmado por un neurólogo y psiquiatra de Renania con el que había estado en tratamiento y que hasta ahora había respetado su obligación de guardar el secreto profesional. La Clínica Universitaria de Düsseldorf, en la que Lubitz estuvo recientemente en tratamiento, también desmintió que su estancia tuviera que ver con problemas psicológicos, aunque tampoco quiso especificar los motivos. Otras fuentes completan el historial médico de Lubitz revelando que el piloto suicida estuvo hace seis años en tratamiento psiquiátrico durante 18 meses. Esas circunstancias le obligaron a interrumpir su formación profesional y retrasaron su licenciatura.
El acta del joven piloto en la Oficina Federal de Aviación (LBA) indicaba ya antes de conocerse los partes de baja que Lubitz tenía problemas de salud al estar catalogado como un profesional que necesitaba exámenes médicos regulares bajo el código SIC. Sin embargo ese código no es preciso, según reconoció la propia LBA, ya que puede indicar cualquier tipo de mal físico, desde una alergia al polen a una fractura de pierna, pasando, naturalmente, por problemas psicológicos. La compañía Germanwings aseguró poco después que Andreas Lubitz nunca presentó ninguno de los partes de baja y desconocía sus problemas de salud, mientras el consorcio Lufthansa rechazó toda responsabilidad en el caso de que se confirme la enfermedad mental del joven piloto. «La evaluación de la aptitud médica de los pilotos para volar no corresponde a las respectivas compañías aéreas, sino a la Oficina Federal de Aviación», responsable de conceder las licencias de vuelo, dijo Michael Lamberty, portavoz de Lufthansa, quien recordó que esa obligación se deriva de una reciente normativa que impuso la Unión Europea a partir de 2013.
Miembros del aeroclub deportivo Westerwald en el que Andreas Lubitz comenzó a volar como adolescente también señalaron ayer que el piloto suicida conocía perfectamente la región alpina en la que estrelló el aparato, ya que hizo en varias ocasiones vuelo sin motor sobre la zona. «Andreas participó en unos entrenamientos en los Alpes de Haute Provence con mi sobrina, que era una buena amiga suya», señaló Dieter Wagner, uno de los miembros del club. Añadió que Lubitz «amaba los Alpes y estaba obsesionado con ellos». Obsesión que quizás le llevó a escogerlos para acabar con su propia vida y la de los ocupantes del fatídico vuelo agobiado por sus problemas psíquicos y la certeza de que si la información llegaba a sus superiores Germanwings le obligaría a permanecer en tierra. Nada de volar durante un periodo indefinido.