Diario de León

La nueva ofensiva yihadista del EI pone a Bagdad en su punto de mira

Miles de chiíes enviados por el Gobierno iraquí aguardan cerca de Ramadi para atacar.

Familiares y amigos portan el ataúd de un soldado iraquí que murió en combate.

Familiares y amigos portan el ataúd de un soldado iraquí que murió en combate.

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mikel ayestarán | jerusalén
León

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Ramadi es la primera parada de la nueva ofensiva del grupo yihadista Estado Islámico (EI), cuyos próximos planes pasan por «los asaltos de Bagdad y Karbala», según reveló el califa, Abu Baker al-Bagdadi, en una grabación de felicitación a sus combatientes difundida tras la toma el domingo de la capital de la provincia iraquí de Al-Anbar. Cuando en verano el EI se hizo en 48 horas con Mosul y Tikrit, el califa también amenazó con avanzar hacia Bagdad, pero hasta el momento el grupo yihadista solo se ha podido hacer presente a base de atentados.

Ramadi, a unos 130 kilómetros de la capital, es la conquista más importante del EI en 2015 y ha provocado la respuesta inmediata de las autoridades de Bagdad que, tras el nuevo descalabro sus fuerzas de seguridad, han tenido que recurrir al envío de miles de milicianos chiíes que esperan en una base militar a las puertas de la ciudad la orden de atacar. Desde el Gobierno también han lanzado mensajes de calma a la población diciendo que la capital está blindada por las fuerzas regulares e irregulares.

Mientras las milicias chiíes enviadas por Bagdad y el EI se preparan para la batalla de Ramadi, más de 25.000 civiles han huido de la capital de Al-Anbar en busca de un lugar seguro en las últimas horas. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) emitió un comunicado para pedir ayuda «para quienes huyen de Ramadi. Están en apuros y debemos hacer todo lo posible por ayudarles». Se necesitan fondos, ya que la ONU atiende a 2,5 millones de desplazados y refugiados iraquíes y «el dinero se acaba». El Programa Mundial de Alimentos ha distribuido miles de raciones de comida y Unicef junto a otros socios de Naciones Unidas, está repartiendo miles de kits de emergencia con agua potable y otros suministros esenciales para los afectados por los combates.

El organismo internacional trabaja contrarreloj para atender al número creciente de víctimas que escapan y cuyos testimonios a agencias como AP revelan la crudeza de las primeras horas de gobierno del EI, en las que habrían ido casa por casa ejecutando a los ‘colaboradores’ de Bagdad (militares, policías, líderes tribales), arrojando sus cuerpos a las calles y quemando sus propiedades.

Desde Bagdad tienen claro que hay que reaccionar con rapidez. Antes de que el EI consolide su control, y siguiendo el ejemplo de la liberación de Tikrit hace seis semanas, ha abierto las puertas del corazón suní de Irak a las milicias chiíes. Una medida que llega tarde, según declaró Hadi al-Ameri, comandante de la milicia Badr, que en una entrevista a la cadena de televisión de su facción señaló a las autoridades como «responsables de la caída de Ramadi por oponerse a la participación» hasta que ha sido demasiado tarde.

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