La situación política en Argentina
Fernández de Kirchner enfrenta su segunda huelga general en seis meses
Se trata de la cuarta protesta en sus dos mandatos. Los sindicalistas exigen una reducción del impuesto a las gananacias en un año electoral.
Otra vez un martes que parece domingo por la mañana. Y la misma escena, como la remake de una película ya vista. Las calles de la ciudad de Buenos Aires y los principales distritos urbanos de la Argentina volvieron a convertirse en el territorio de una agria e irresoluble disputa entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y un poderoso sector del sindicalismo. Es la cuarta huelga en dos periodos de un Gobierno que concluye el 10 de diciembre. Se trata, a la vez, de la segunda protesta de este alcance en lo que va del año. La última tuvo lugar a fines de marzo.
Los sindicatos, aliados al sector del peronismo que rompió con la presidenta después de la muerte de su esposo, Néstor Kirchner, más proclive a las concesiones, repitieron su medida de fuerza porque consideran insuficientes los cambios en una política impositiva que, insisten, recorta los salarios altos y medios. El líder de los conductores de camiones, Hugo Moyano, acusó al Gobierno de ser "comunista con el dinero nuestro, pero con el de ellos son liberales".
"Al Gobierno parece que le gusta que hagamos paro", dijo el principal dirigente de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Roberto Fernández. Como en otras oportunidades, los partidos de izquierda antikirchnerista decidieron volcarse a las calles y cortar los puntos de acceso a la Capital Federal.
En vísperas de la protesta, desde Roma, y en la tribuna de la FAO, Fernández de Kirchner defendió su gestión. El organismo dependiente de la ONU le entregó una distinción por las políticas públicas argentinas por mantener los niveles de desnutrición "por debajo del 5%". Los sindicalistas rechazan de plano esa cifra.
Desde horas tempranas, la ciudad de Buenos Aires tuvo otra vez el aspecto de un día feriado. No funcionaban el transporte urbano ni los trenes, esenciales para el trasiego de millones de personas que vienen a trabajar desde la periferia. Por la mañana circulaban pocos taxis. La huelga afecto la actividad aeroportuaria. No abrieron los bancos y en los hospitales solo se atendían emergencias.
MEDIDA DE FUERZA POLÍTICA
El Gobierno no duda en calificar de política a la medida de fuerza. Argumenta que el impuesto a las Ganancias afecta a aproximadamente el 10% de los trabajadores. El ministro del Interior, Florencio Randazzo, recordó que parte de los promotores de la protesta pertenecen a la escala salarial más alta y perciben más de 2000 dólares. “Con el estómago de los trabajadores no se juega”, le respondieron los camioneros.
La protesta se realiza cuando todavía no concluyeron las discusiones salariales entre obreros y patrones. Las negociaciones son arduas. Las autoridades no quieren aumentos salariales mayores al 30% y alegan que la inflación proyectada para este año será más baja. Pero en los hechos muchos sindicatos están logrando sus objetivos.
La huelga tiene como trasfondo inevitable la disputa dentro del peronismo de cara a los comicios presidenciales de octubre. A diferencia de la protesta de marzo, la figura de Fernández de Kirchner ha podido superar algunas de las tormentas políticas que enfrentó desde principios de 2015. La otra novedad es que Sergio Massa, el ex kirchnerista que, tras romper con el Gobierno en 2013, aparecía como serio aspirante a la presidencia, con el aval de varios “caciques” sindicales, está quedando fuera de la carrera electoral. Todo parece indicar que el próximo mandatario será el ganador de la interna kirchnerista entre el gobernador bonaerense Daniel Scioli y el ministro Randazzo o el conservador alcalde capitalino, Mauricio Macri.