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El Gobierno de Túnez anuncia el cierre de 80 mezquitas radicalizadas

El presidente afirma que hará lo preciso para que siga siendo un «país bajo una sola bandera».

El cadáver del supuesto terrorista tunecino, tras ser abatido por la policía.

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mikel ayestarán | jerusalén
León

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Mientras miles de turistas de todo el mundo guardan cola en los aeropuertos de Túnez para abandonar lo antes posible el país, las autoridades anunciaban nuevas medidas para intentar reforzar la seguridad ante la amenaza del Estado Islámico (EI). En apenas tres meses, jóvenes tunecinos inspirados por el grupo yihadista golpearon en el Museo Nacional del Bardo de la capital, el 18 de marzo, y en la playa de Susa, el viernes, dejando más de 60 muertos y decenas de heridos. Una situación que está acarreando duras críticas a las fuerzas de seguridad por su incapacidad de frenar estas operaciones dirigidas contra turistas extranjeros.

Sin apenas tiempo de recuperarse del impacto provocado por el joven Abu Yihya al-Kairouni, que con un Kalashnikov mató a 39 turistas que descansaban en la playa y la piscina del hotel Marhaba Imperial de Susa, propiedad de la cadena mallorquina Riu, el Gobierno tunecino anunció su intención de cerrar 80 mezquitas en las que hay indicios de que «se promueven y financian grupos yihadistas», según el primer ministro Habid Essid, algo que no sucedía desde la dictadura de Zine el-Abidine Ben Ali, expulsado del país en 2011. Se trataría de templos donde se «incita a la violencia» y que estarían en manos de clérigos salafistas.

A este primer paso le seguirán «la declaración de zona militar cerrada» de todas las áreas montañosas del país para prevenir que se conviertan en santuario para yihadistas, según informó la emisora tunecina Radio Mosaique, y todos los reservistas del Ejército serán movilizados y desplegados a lo largo y ancho de Túnez, en especial en las zonas turísticas y costeras.

El país ya anunció «medidas especiales» tras el ataque al Museo Nacional del Bardo, pero no han sido suficientes. El presidente, Bey Caid Essebsi, aseguró que esta vez será diferente y dará todos los pasos necesarios para que Túnez siga siendo un «país bajo una sola bandera». Expertos en yihadismo como Mazen Cherif, del Tunisian Centre for Global Security Studies, lamentaron en declaraciones al portal Tunisia Live que «no hemos aprendido la lección del ataque al museo. El actual Gobierno carece de una estrategia de seguridad clara y es incapaz de mirar al futuro o de aprender de errores pasados. Hasta que lo haga seguirán ocurriendo incidentes de este tipo». Una critica extendida en los medios de información locales y las redes sociales.

La amenaza a la que se enfrentan ahora las autoridades se llama EI, que después de unas primeras horas de silencio, colgó a medianoche del viernes un comunicado en las redes sociales para reivindicar la acción en la playa de Susa. «Nuestro hermano Abu Yihya al-Kairouni, soldado del califato, alcanzó su objetivo pese a las medidas de seguridad», reza un texto en el que se califica el complejo hotelero atacado de «burdel».

Los islamistas han logrado con sus dos últimas operaciones asestar un golpe letal al sector del turismo, que representa cerca del 7% del PIB de Túnez y genera casi 400.000 empleos directos e indirectos, pero que está en caída libre desde la ‘primavera árabe’.