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Abre la estación de Budapest pero los refugiados no pueden viajar a Occidente

El temor a ser internado en un campo es mayor que la esperanza de llegar a Alemania.

Varios inmigrantes intentan subirse a un tren en la estación Keleti de Budapest.

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Luis Lidón | Budapest
León

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La estación Keleti de Budapest abrió ayer sus puertas a los refugiados, aunque eso no supuso que pudieran embarcar en trenes hacia Europa Occidental: un primer convoy que partió con centenares de ellos fue retenido y sus ocupantes se niegan a ser internados en un campo de acogida.

A primera hora de la mañana los antidisturbios apostados a la entrada de la estación desde el martes se retiraron y pronto cientos de refugiados entraron a la carrera en la terminal para abordar alguno de los trenes estacionados, sin saber siquiera adónde se dirigían. Uno de los trenes, con destino a Sorpron, pronto se abarrotó de personas deseando salir de Hungría, mientras que la falta de información y las carreras y los empujones desataron la confusión. Los revisores de la estación informaron primero de que ese tren no iba a salir, aunque finalmente partió en dirección a Sopron, una ciudad fronteriza con Austria, con los refugiados alegres por abandonar la capital húngara.

«Lo importante es salir de Budapest. Iré luego a pie o como sea a Austria», manifestó a Efe Gaser, uno de los jóvenes que logró subirse al tren.

El convoy que salió de Budapest fue retenido poco después en la localidad de Bicske, a unos 40 kilómetros al oeste de Budapest y sede de uno de los campamentos de refugiados de Hungría. Decenas de antidisturbios esperaron a unos 500 refugiados que, según la policía, ofrecen «resistencia pasiva» al negarse a descender del tren para no ser internados en el campo.

Según las imágenes de los medios húngaros, los inmigrantes comenzaron a corear «Campamento no» y algunos trataron de huir a la carrera de los agentes.

Un hombre se tiró a las vías junto a su mujer, que gritaba pidiendo ayuda, y su bebé, y tras un forcejeo con un grupo de agentes fue esposado y separado de su familia.

Miedo

En reacción, otros refugiados que habían abandonado el convoy se opusieron a los agentes y lograron volver a subir al tren, del que se niegan ahora a descender por el temor, además, a que les tomen las huellas dactilares, lo que puede dificultar que les concedan asilo en estados del norte de Europa.

Entretanto, en Budapest se suspendieron todos los trenes directos hacia el extranjero, aunque a lo largo de la jornada llegaron convoyes desde Viena, si bien con un transbordo en la frontera.

En la explanada que lleva a la entrada de la estación de Keleti un grupo de jóvenes protestó con cánticos como «Somos de Siria y queremos ir a Alemania» y «No queremos quedarnos en Hungría».

Para algunos el temor a ser internado en un campo de refugiados húngaro era mayor que la esperanza de llegar a Austria para tomar un tren a Alemania.

«No vamos a tomar ningún tren regional porque es demasiado arriesgado», aseguró Tarik, un informático de 24 años. Y recordó que unos amigos alcanzaron esta semana Austria y fueron devueltos a Hungría por las autoridades de ese país. «Sólo me montaré en un tren que vaya directo a Alemania», explicaba.

En medio de esta jornada de incertidumbre, el Gobierno húngaro responsabilizó a Alemania del caos creado en la principal estación de Budapest. Mientras, en Bruselas el primer ministro magiar, Viktor Orbán, afirmó que el problema de la crisis de refugiados «no es europeo, sino alemán», ya que ningún refugiado quiere permanecer en Hungría.