Europa busca mitigar la grave crisis de los refugiados a golpe de talonario
La sesión de terapia colectiva a la que sometieron los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europa la noche del miércoles en Bruselas para analizar la grave crisis migratoria que sufre el Viejo Continente parece haber dado sus frutos. Sin lanzar las campanas al vuelo, sin grandes alharacas, cierto, pero la sensación de alivio ya avanzada la madrugada era evidente.
Quedaban pocos platos por romper y la tensión, al menos, no fue a más. Hubo acuerdo. ¡Eureka¡ Los 28, incluidos los países del renacidos bloque del Este, lograron la anhelada unanimidad sustentada en dos grandes pilares: más dinero y control de las fronteras exteriores. El espinoso reparto de 120.000 asilados pactado 24 horas antes por los ministros de Interior teniendo que recurrir al procedimiento de la mayoría cualificada ni se trató. Se trataba de evitar nuevos choques e intentar mirar al futuro a través de una visión común. Así fue. «Nuestra discusión se basó en hechos, no en emociones», se felicitó el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk. «Temía antes de venir aquí que sería una sesión tensa, pero no ha sido el caso, se ha basado en el consenso y todo el mundo ha hecho esfuerzos para llegar a conclusiones», apostilló por su parte el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.