Europa empieza a ceder con Turquía
Los jefes de Estado y de gobierno admiten la relevancia de este país para contener la crisis de refugiados y acuerda más firmeza en las fronteras.
La peor ola de refugiados que está sufriendo Europa desde la II Guerra Mundial supone un reto de primera magnitud cuya solución, de haberla, pasará sí o sí por Turquía, ya que alberga a más de dos millones de refugiados (la UE, no hay que olvidarlo, acordó recientemente repartirse 160.000 demandantes de asilo a regañadientes). Ankara lo sabe y va a exprimir al máximo el inesperado as que su presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha encontrado bajo su manga tras muchos años de tensiones con Bruselas —Turquía es país candidato para adherirse a la UE desde hace una década—.
Prueba de ello es el principio de acuerdo alcanzado entre la Comisión y Turquía, y que fue desvelado ayer por la tarde en plena cumbre de jefes de Estado y de gobierno. El problema, sin embargo, es que el pacto quedará en papel mojado si los 28, que son los que deben poner el dinero, no dan su plácet, algo hoy por hoy bastante complicado.
Al cierre de esta edición, los líderes europeos seguían debatiendo un plan que deberá concretarse en próximas fechas. Aunque se incorporaron muy de refilón y casi por compromiso asuntos como la negociación británica o la Unión Bancaria en el texto final de conclusiones, el tema central de la cumbre volvió a ser la crisis migratoria que sufre la UE y, en concreto, los países de primera línea como Italia y Grecia. Eso sí, el asunto se abordó con un enfoque muy diferente al de la reunión extraordinaria celebrada el pasado 23 de septiembre. Si entonces se habló de movilizar dinero y aunar esfuerzos para recolocar a los asilados entre todos los Estados para redistribuir las cargas, ayer, el mensaje fue la necesidad de impulsar nuevas medidas que permitan un mejor control de las fronteras exteriores de la Unión, su nuevo talón de Aquiles.
No para todos
Dicho de otro modo. «Ayuda sí, pero para los que la necesiten, para quienes procedan de zonas de guerra. El resto, los emigrantes económicos, tendrán que regresar a sus países de origen», aseguran fuentes europeas.
Son varias las medidas que están encima de la mesa y que deberán ser analizadas en los próximos meses por la Comisión y el Consejo. Entre ellas, destaca la creación de un cuerpo europeo de guardas fronterizos, un proyecto que no es ni novedoso pero que ha adquirido de nuevo protagonismo gracias al impulso de países como Francia o el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. El problema, de nuevo, es que existen «muchos Estados» que se niegan en redondo al considerar que el control de fronteras es una competencia exclusivamente nacional. Otro de los grandes problemas es la gestión de los asilados, la naturaleza de los llamados ‘hotspots’ —centros de registro— y el problema legislativo creado al comprobar cómo la legislación actual —acuerdos de Dublín— ha quedado desfasada