Diario de León

ELECCIONES LEGISLATIVAS

Argentina elegirá presidente en segunda vuelta el 22-N

Mauricio Macri saluda a seguidores

Mauricio Macri saluda a seguidores

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ABEL GILBERT / BUENOS AIRES
León

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Los argentinos se han dado un tenso plazo hasta el 22 de noviembre para elegir al sucesor de Cristina Fernández de Kirchner. Ese día, Daniel Scioli, el candidato del Gobierno, y Mauricio Macri, actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires y abanderado de la coalición de centro derecha, Cambiemos, decidirán quién recibirá de la presidenta los atributos de mando el 10 de diciembre. Nunca sucedió esto en Argentina. Se vienen en este país cuatro semanas políticas no aptas para cardíacos, de incertidumbre económica y una fuerte polarización de las opiniones. Escrutados más del 80% de los votos, Scioli obtenía un 35,60% , contra el 35,37 del magnate Macri. Un módica y amarga victoria, en rigor un fracaso, que ha dejado boquiabiertos a propios y extraños. Todos los encuestadores se equivocaron: auguraban más de ocho puntos a favor del aspirante oficialista. Ellos también fueron los grandes perdedores de la jornada e hicieron malabares para explicar qué había ocurrido. Las estadísticas indican que solo en el 24% de las segundas vueltas en América Latina se lograron revertir los resultados de la primera. Pero Argentina quizá sea la excepción que confirma la regla. Macri se convirtió en el hombre que llevó al kirchnerismo a un escenario que no esperaba. El multimillonario que tanto admira a José María Aznar fue un ganador simbólico.

Según la reforma constitucional de 1994, para acceder a la presidencia, el vencedor debe lograr el 45% de los votos u obtener un 40% de las adhesiones, a una distancia de 10 puntos del rival inmediato. Scioli estuvo lejos de ambos objetivos. Cuatro horas después de haber cerrado los comicios comenzó su campaña de cara al 22 de noviembre. La señal más elocuente es que convocó a los indecisos a que lo ayuden a asumir la presidencia el 10 de diciembre. La ley electoral indica que, en una segunda vuelta, se gana con el 50% más uno de los votos. El candidato del neokirchnerismo reiteró su programa de “continuidad” y “cambio” al mismo tiempo, tratando de conformar a quienes ya lo eligieron y los que le dieron la espalda. Prometió mantener los beneficios sociales y reducir el impuesto a las ganancias que golpea a los sectores medios. “Estoy seguro de que los argentinos no quieren volver al ajuste, la devaluación y el endeudamiento (externo)”. Scioli hizo suya la consigna que el papa Francisco lanzó en Bolivia el pasado julio:“techo, tierra y trabajo”. Agradeció por último a Fernández de Kirchner porque le permitirá relevarla en un “país normal”.

DESCONCIERTO Y ALGARABÍA

A Scioli se le hizo difícil disimular su perturbación: logró menos votos que en las primarias abiertas de agosto pasado. No pudo convencer ni a parte del kirchnerismo más duro, que siempre lo ha considerado un conservador. Sus asesores parecían desconcertados: ¿qué debe hacer en la campaña que ya se lanzó? ¿Moderarse o reforzar su inverosímil progresismo? Lo que podría ganar por un lado, lo perdería en el otro. Macri, por su parte, derrochó felicidad. Revalido su poder en la capital y en otros distritos urbanos importantes. Habló de una “revolución de la alegría” ante sus seguidores, que no paraban de corear su nombre.“Se siente, se siente, Mauricio presidente”. El alcalde archivó sus tempranas denuncias de posible fraude, prometió trabajar “mañana tarde y noche” para ganar la confianza de los que desconfían de su moderación de coyuntura. Con la mirada puesta en el 22 de noviembre, dijo valorará las ideas de “justicia social” del peronismo. Cambiemos provocó el otro gran remezón electoral del domingo: se quedó con la provincia Buenos Aires, el principal distrito electoral del país, que representa el 38% del padrón. Allí, el actual jefe de ministros de Fernández de Kirchner, Aníbal Fernández compitió con la macrista María Eugenia Vidal. Buenos Aires suele serla madre de todas las batallas. Y perderla significa una verdadera catástrofe política y la razón del magro resultado a nivel nacional. De alguna manera, los bonaerenses le pasaron también la factura a Scioli, su actual gobernador, cuya imagen quedó empañada por la falta de respuesta estatal en dos trágicas inundaciones. “Esta noche estamos haciendo historia: hicimos posible lo imposible”, dijo Vidal, y no se equivocaba. Ella contó con el inestimable apoyo de la Unión Cívica Radical (UCR), el centenario partido que puso su estructura a nivel nacional al servicio de Macri. De confirmarse los cómputos, será la primera gobernadora bonaerense de la historia.

A LA BÚSQUEDA DEL VOTO DE MASSA

Sergio Massa, el peronista disidente que rompió con el Gobierno en 2013 y se llevó una buena parte de su caudal electoral, quedó en tercer lugar, con el 21% de las adhesiones. Massa se presentó como el gran árbitro de la segunda vuelta. “No negocio cargos sino ideas”, dijo. Scioli y Macri, tan parecidos en lo profundo, pero diferentes en la coyuntura, saldrán a la caza de esas voluntades en un país impredecible.

Fernández de Kirchner debió irse a dormir con una sensación de pesadillas, solo atenuadas por una noticia menor: su hijo Máximo resultó electo diputado y Alicia Kirchner ganó la gobernación de Santa Cruz. La cuñada manejara aquel territorio que era de su hermano y quedará en familia.

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