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León

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La prensa internacional ha llenado París de pequeñas carpas blancas desde la que los noticieros del mundo retransmiten el dolor de la ciudad. En los puntos calientes de los atentados, cientos de medios han montado campamentos que despiden cantidades ingentes de luz de los focos y toneladas de humo de los generadores de electricidad.

La operación de ayer en Saint-Denis cogió a esa marea de periodistas con el paso cambiado y déficit de sueño. Antes del amanecer, ya estaba allí, pero era tarde, así que los vídeos de la entrada de la policía en la Rue de la République y del sonido de los tiroteos de la madrugada grabados en temblorosos teléfonos móviles fueron una oportunidad para hacer negocio en una zona en la que todo ingreso es bienvenido.

La clásica pregunta de «¿Ha visto algo?» ha evolucionado a «¿Ha grabado algo?». Un motorista dueño de imágenes estuvo a punto de ser derribado por una manada de periodistas que grababan con sus cámaras la pantalla de su iPhone mientras estaba aparcado. «Los americanos son los que más pagan», dice Didier, que ofrece una pieza grabada en un teléfono en la que aparece un charco de sangre. Pide mil euros. Negociables. Sin exclusiva.