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El crimen del ex detective Litvinenko apunta directamente a Vladimir Putin

El Kremlin achaca al «humor británico tan refinado» la investigación publicada.

El ex coronel de los servicios secretos rusos, Litvinenko.

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Íñigo Gurruchaga | Londres
León

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La colaboración de Alexánder Litvinenko con las fuerzas españolas de seguridad pudo impulsar a sus colegas rusos a asesinarlo en noviembre de 2006. El crimen, «un pequeño acto de terrorismo nuclear en las calles de Londres», según Ben Emmerson, abogado de su viuda, Maria, habría sido autorizado por el presidente ruso, Vladímir Putin, según el juez inglés que presentó ayer el balance de su investigación.

Litvinenko comenzó a colaborar con el servicio español de Inteligencia, CNI, a finales de 2004 o principios de 2005. Ya recibía un salario mensual del Servicio Secreto de Inteligencia (MI6) británico y vendía informes a empresas privadas sobre personas o estructuras rusas. Su amigo el magnate Borís Berezovski, fugitivo del Kremlin, también le entregaba algún dinero, que redujo en aquellos meses.

El ex detective del servicio ruso de seguridad, FSB, había huido de Rusia después de descubrir la supuesta connivencia de directivos del organismo con bandas delictivas. Ya en el exilio, fue coautor de un libro en el que acusa al entorno de Putin —el antiguo espía que pasó de la jefatura del FSB a convertirse en primer ministro en aquellas fechas de 1999— de colocar las bombas que, achacadas a terroristas, justificaron el inicio de la segunda guerra en Chechenia y el ascenso de la política de mano dura que encarna el ahora presidente ruso.

Pero semejante acusación, publicada en ruso en 2002, no llevó a su asesinato. El juez británico sir Robert Owen, que ha investigado el caso como magistrado forense —sin poder para sentenciar— expresa al final de su larga investigación una firme convicción en que las pruebas y testimonios señalan que los autores del crimen, como ya lo dedujo en su momento la investigación de Scotland Yard, fueron dos exmilitares rusos, Andréi Lugovói y Dmitri Kovtun.

Matar en el extranjero

Owen ha de recurrir a la conjetura para concluir que el crimen fue «probablemente aprobado» por el jefe del FSB en 2006, Nikolai Patrushev, y por el propio Putin. Y enumera una serie de razones posibles por las que Litvinenko fuese asesinado cuatro años más tarde de la publicación de su libro, cuando ya había recibido incluso la ciudadanía británica.

El Kremlin calificó ayer de «humor británico» la conclusión de la investigación de Londres. «En general esto se puede achacar a ese humor británico tan refinado», dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien advirtió que este informe «envenenará aun más la atmósfera de nuestras relaciones bilaterales».

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