La Eurocámara recela de Turquía tras el principio de acuerdo

El polémico principio de cuerdo alcanzado la madrugada del martes entre Europa y Turquía para ‘solucionar’ la crisis de los refugiados será ratificado dentro de una semana en Bruselas por los mismos actores, los jefes de Estado y de gobierno europeos y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu. «El plan es el que es y no se cambiará», reconocen fuentes comunitarias. Acordaron expulsar a Turquía a «todos los migrantes irregulares que lleguen a Grecia», incluidos a los refugiados sirios. A todos. Eso sí, existe el compromiso de acoger a tantos sirios como sean devueltos. Lo dijo el presidente del Consejo, Donald Tusk: «No vengáis a Europa, no es juguéis la vida y vuestro dinero». Los líderes se felicitaron de que, por fin, la unidad llegase a la desunión europea, pero la ONU ha puesto el grito en el cielo advirtiendo de su dudosa legalidad. Ayer, le tocó el turno al Parlamento Europeo, otra de las piezas clave de un acuerdo al que ya han comenzado a poner reparos: «No vamos a dar un cheque en blanco», advirtieron sus líderes. La propuesta saldrá adelante sí o sí. Así se acordó, así conviene a todos (entre otras a Merkel) y así se encargarán de apañarlo legalmente el batallón de juristas de la UE.

La imagen de Europa está quedando muy tocada y sus políticos son plenamente conscientes. Ha comenzado la batalla del relato, de vender las bondades del pacto, decir que no todo es lo que parece, que gracias a Turquía, los demandantes de asilo llegarán a Europa en condiciones mucho mejores.