Cerrar

EXPLOTACIÓN DE MENORES EN ÁFRICA

El drama de los 'talibés'

Con motivo del Día Internacional contra la esclavitud infantil, que se conmemora el 16 de abril, ponemos el foco en Senegal. Solo en la región de Dakar más de 30.000 niños son internados lejos de sus hogares en escuelas coránicas, donde viven desconectados de su familia en condiciones paupérrimas, y son forzados a mendigar.

Publicado por
LUCAS VALLECILLOS
León

Creado:

Actualizado:

Una letanía de versos coránicos sale del interior de una casa a las afueras de la turística ciudad de M'bour, es una 'daara'. Una institución religiosa informal de carácter ancestral en Senegal y en toda África occidental, que ha evolucionado mal con la modernidad. Es una escuela cuyo papel es el de enseñar el mensaje que emana del Corán. Originariamente estos centros se sostenían mediante un sistema de relaciones sociales basado en la solidaridad. Los niños eran ingresados para su educación, y comían de lo que proporcionaban los campos del 'marabout' o maestro coránico, que era ayudado por los estudiantes o 'talibés' en labores agrícolas y de la casa, actividades que también formaban parte de la preparación del niño. Los periodos de malas cosechas eran superados por aportaciones de ropa o comida que hacían los padres o feligreses. En el ámbito rural aún perdura con éxito esta fórmula, sin embargo en los grandes centros urbanos ya no reinan los códigos tradicionales de solidaridad.

Los patrones de conducta han sido modificados por la modernidad, pero las daaras y los padres que confían sus hijos a los marabouts se han quedado parados en el tiempo. Según el líder religioso Cherip Diop, un luchador incansable por la erradicación de la explotación infantil en las daaras, «los padres no aportan ningún dinero en efectivo, y los marabouts en las ciudades no disponen de tierras para cultivar, y tampoco pueden exigir a los progenitores una aportación económica obligatoria, por que socialmente serian sancionados por la comunidad. Además, aunque el marabout no tenga recursos para alimentar a un niño, no puede rechazar su ingreso en la daara; éste es el origen de la mendicidad». Con el tiempo ha degenerado, pasando de ser un ingreso de supervivencia a trasformarse en una lucrativa actividad económica muy tentadora para buscavidas sin escrúpulos.

CENTROS URBANOS

Sobretodo en las zonas rurales, las 'daaras' y sus 'marabouts' realizan una práctica correcta y equilibrada, donde los niños no son explotados ni maltratados; están escolarizados oficialmente y después acuden a la 'daara' para estudiar el Corán. El problema tiene lugar básicamente en los grandes centros urbanos como Dakar, Kaolack o Saint Louis, donde muchas 'daaras' se han transformado en centros que reclutan a niños del ámbito rural para ser supuestamente educados en la ciudad, separándolos e incomunicándolos de sus padres para explotarlos. La mayoría de los 'talibés' esclavos son de Senegal, pero el negocio es tan interesante que se ha establecido un mercado de trata con Guinea-Bisáu, que suministra niños.

En la puerta de la 'daara' hay un 'talibé' con la camiseta azulgrana deLeo Messi enfundada. Sobre la cabeza en vez de sostener un balón en equilibrio, porta un bote de plástico que parece adherido a su pelo. Ésta es su inseparable herramienta de trabajo, donde va guardando todo lo recolectado por la calle. Junto a él están apilados los botes que han ido depositando los casi 40 niños que tiene a su cargo D. Modou, el 'marabout' que regenta esta escuela coránica. Después de ordenar los botes con lo mendigado por sus talibés, cuenta que «es para que tengan algo que comer los niños. Si tuvieran comida, no saldrían nunca de aquí, porque nosotros no tenemos ningún otro interés, solamente nos preocupa la educación. El mendigar es para que ellos tengan algunos medios, porque a nosotros no nos pagan ningún salario y no tenemos de donde sacarlo».

EL 'IRIN'

Según Àlex Estebanell, de Houses for Talibés Foundation, «el 'irin' o mínimo que un 'talibé' debe llevar diariamente a su 'marabout', podríamos decir que hoy está estipulado en -si hablamos de dinero- 300 francos CFA, medio euro aproximadamente»,en un país donde el salario diario promedio es de 3,5 euros, «o bien un kilo de azúcar, o bien un kilo de arroz, o bien el equivalente en medicinas. Éstas son las opciones establecidas. En el caso de no reunir este pago hay consecuencias graves, como malos tratos físicos y psicológicos». La jornada de un 'talibé' esclavizado es muy dura. En el mejor de los casos se levanta a las 5 de la mañana, pasa aproximadamente unas 9 horas mendigando en la calle, otras 9 recluido estudiando, tiene un par de horas libres y se va a la 1 de la madrugada a dormir para descansar solo 4 horas.

El de las 'daaras' es un sistema educativo no reglado donde el francés no está presente. «El futuro de los niños no es muy halagüeño», dice Estebanell. «Ocurren tres cosas -añade-. Por una parte, algunos niños se convierten en marabouts explotadores. Otra parte de ellos son recuperados por las familias a edad temprana, estos niños sí que pueden llegar a integrarse pero son los menos; y el resto se queda absolutamente fuera de la escena social senegalesa. No han aprendido francés, no se han escolarizado, no han tenido tiempo de aprender un oficio y no pueden fundar su familia, con lo cual no tienen acceso a una vida digna».

VISTA GORDA

A pesar de que hay una ley en Senegal de 2005 que prohíbe la mendicidad forzada de los niños y la trata. Las autoridades hacen la vista gorda; solo en la región de Dakar hay censados por el gobierno 30.000 niños explotados, del resto del país no hay datos. Están por todas partes pidiendo, es imposible no verlos, pero para la policía y el entramado judicial senegalés son invisibles.

En Saly se encuentra otra 'daara' regentada por D. Mamadou. Él afirma que ha comprendido que los tiempos han cambiado. «No hay que cambiarlo radicalmente todo, pero sí hay que adaptar alguna parte al mudo actual. Un talibé que combina la daara y la escuela francesa al mismo tiempo se ve solamente aquí». Asegura que los niños no mendigan y que siempre intenta que los padres entiendan que han de pagar por la educación de sus hijos. Pero no siempre lo debe conseguir; en la entrada hay apiladas unas latas de tomate que parecen ser destinadas a la mendicidad. «El gobierno no da nada, habla siempre de los problemas de las daaras, pero solo subvenciona la escuela moderna. Somos todos ciudadanos. De la misma manera que el alumno de la escuela francesa es ciudadano, el talibé también. Y de la misma manera que el maestro de la escuela francesa es ciudadano, el de la 'daara' también», dice D. Mamadou con indignación.

Él es el vivo ejemplo del marabout joven que ha tomado conciencia de que la escuela coránica debe adaptarse a los nuevos tiempos, donde los talibés deben dejar de mendigar, los padres pagar la educación de sus hijos, e introducir el francés para proporcionar un mejor futuro a los niños. Pero el desamparo al que le somete el gobierno hace muy difícil actualizar este ancestral sistema educativo, que por carecer de una regulación oficial se ha convertido en la tapadera de una de las caras más crueles de la esclavitud infantil moderna.