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LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

Republicanos: Del partido de Lincoln al partido de Trump

La retirada de Cruz y Kasich despeja el camino al empresario a la nominación presidencial del GOP

Publicado por
IDOYA NOAIN
León

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Donald Trump, el empresario inmobiliario neoyorquino y personalidad televisiva sin experiencia política tradicional que en diez meses ha revolucionado la campaña electoral en Estados Unidos conextremismo, demagogia, maestría mediática y una efectiva y a veces aterradora conexión con millones de votantes rabiosos con el sistema, es ya de facto candidato presidencial del Partido Republicano, formación que enfrenta ahora una encrucijada ideológica y, también, electoral.

La consumación del ascenso de Trump se ha producido en 24 horas frenéticas. El martes, en las primarias de Indiana, el favorito volvió a imponerse cómodamente, con más del 50% del sufragio y a más de 15 puntos de su principal rival, Ted Cruz. Su catapulta hacia la nominación, no obstante, no fue su propio resultado sino la decisión inesperada del senador tejano de abandonar la carrera. Declarando cerrado su camino para impedir que Trump alcance los 1.237 delegados que garantizan la nominación, la única opción que le quedaba para intentar frenarle en una convención abierta, Cruz tiró la toalla.

LA LUCHA IDEOLÓGICA

Con el abandono del abanderado del Tea Party acaba otro esfuerzo fenomenal, que ha llevado más lejos que nunca a un candidato de laextrema derecha. Incluso brevemente Cruz fue considerado como alternativa a Trump por el aparato del partido, aunque solo fuera por descarte. Poco a poco el establishment había ido viendo caer a candidatos como Jeb Bush y Marco Rubio que, en distintos grados, personalizaban la apuesta por el conservadurismo moderado que tras la derrota de Mitt Romney en 2012 se identificó como clave para reconectar con un país que ha cambiado social y demográficamente. Y a regañadientes el aparato parecía preferir el giro hacía el llamado "verdadero conservadurismo" de Cruz, posiblemente el político más odiado por sus compañeros de filas en Washington, que las incertidumbres que plantea Trump.

Pero el movimiento "nunca Trump" fracasó. Poco después del anuncio de Cruz el presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, declaraba ya al magnate "posible nominado" y recordaba a sus filas: "Necesitamos unirnos todos y concentrarnos en ganar a Hillary Clinton", la clara favorita en el campo demócrata pese a la victoria el martes en Indiana de Bernie Sanders. Y el camino de Trump se ha acabado de despejar el miércoles, cuando se ha sabido que la última voz de la relativa moderación, el gobernador de Ohio John Kasich, también abandona la carrera.

 

EL RETO DE LA UNIDAD

Lo que está por ver ahora es que Trump y el partido consigan la unidad que ansían. Aunque sea prácticamente casi imposible, se escuchan voces que apuestan por presentar un candidato independiente antes que dejar que el Partido Republicano "cometa un suicidio", considera Henry Olsen, del laboratorio de ideas conservador Centro de Ética y Política Pública. Otros plantean dar por perdidas las elecciones de noviembre ante los elevados índices de desaprobación de Trump entre grupos clave de votantes (aún más altos que los que también amenazan a Clinton) y centrarse en intentar mantener las mayorías en el Congreso.

Han empezado, además, las deserciones. Destacadas figuras republicanas como Mark Salter, que escribía los discursos para John McCain, han llegado a decir que apoyarán a Clinton antes que a Trump. Otro estratega de McCain, Steve Schmidt, ha predicho que "una cantidad significativa de cargos republicanos que han trabajado en Administraciones conservadoras, especialmente en temas de Defensa y Seguridad Nacional, respaldarán a Clinton en la campaña". Y Stuart Stevens, que fue jefe de campaña de Romney , también se ha negado a seguir la petición de unidad del aparato. "Ese es el mismo argumento que el Partido Comunista usó durante años: hay que hacerlo por el partido", ha dicho. "Yo no voy a seguir la lógica de Breznev".