Faluya vuelve a convertirse en la gran trinchera yihadista
Mikel Ayestarán | Jerusalén
La liberación de Faluya tendrá que esperar. Dos semanas después del inicio del asalto al bastión del grupo yihadista Estado Islámico (EI) más cercano a Bagdad, apenas 50 kilómetros, las autoridades iraquíes lamentan que «nadie puede dar un plazo concluyente del tiempo que tardará Faluya en liberarse» y la ciudad vuelve a demostrar que es «un hueso duro de roer», declaró en una entrevista a la agencia Reuters el ministro de Economía, Hoshiyar Zebari.
Después de nueve meses de cerco militar, el primer ministro Haidar Al Abadi lanzó la batalla de Faluya el día 23 de mayo, justo después de una oleada de atentados suicidas reivindicados por el EI en la capital en los que más de cien personas perdieron la vida. Fuentes de la inteligencia iraquí señalaron que esos ataques estaban preparados y dirigidos desde Faluya y ese fue el principal argumento para lanzar la ofensiva. El primer ministro se enfrentaba también a una revuelta liderada por el clérigo chií Muqtada Al Sader, que en nombre del final de la corrupción llevó a sus seguidores a la Zona Verde de Bagdad y un grupo llegó a asaltar el parlamento.
Durante la primera semana el Ejército, con el respaldo de las milicias chiíes y los bombardeos de la coalición que lidera Estados Unidos, logró bloquear todos los accesos y comenzó un avance progresivo hacia el centro urbano.