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CRISIS DE LA OPOSICIÓN EN EL REINO UNIDO

Laboristas en guerra civil

Las continuas disputas internas durante la gestión de Corbyn han impedido a su formación frenar a los conservadores y convertirse en una alternativa de poder

Corbyn conversa con partidarios suyos durante un acto electoral, en Londres, este martes.

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BEGOÑA ARCE / LONDRES
León

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Hace un año Jeremy Corbyn fue elegido contra todo pronóstico líder del Partido Laborista. Ganó por sorpresa, con el voto masivo de los militantes de base y en contra de la mayor parte de los parlamentarios del partido. El viejo diputado izquierdista barrió a los herederos de Tony Blair y Gordon Brown, que vieron estupefactos a Corbyn convertido de pronto en su jefe. El partido acababa de perder las segundas elecciones generales consecutivas y estaba en crisis. Fue esa crisis precisamente una de las razones de que Corbyn ganara. 

Tras la victoria y el giro a la izquierda, el laborismo ha vivido en una guerra civil permanente. Doce meses de insurrecciones, intentos de desestabilización del líder, renuncias y ceses. Un desgaste continuo y una situación caótica, que consume todas las energías de quienes han desatendido su principal tarea como oposición: frenar la omnipotencia del Partido Conservador y convertirse en una alternativa de poder. 

Cuando en el verano del 2015 Corbyn decidió presentarse como candidato, ni él mismo pensó que pudiera ganar. Su campaña fue improvisada, sobre la marcha, y no había plan alguno en caso de victoria. Esa era una hipótesis que no se barajaba. El triunfo llegó, con el 59% de los votos de la militancia, y Corbyn tampoco tenía una estrategia de liderazgo. “Jeremy nunca ha liderado nada. Lo suyo era sentarse en una salita y hablar sobre las cooperativas de campesinos de Nicaragua”, ha comentado uno de sus aliados al 'Financial Times'. 

AMBIENTE OPRESIVO

El socialismo de vieja escuela que practica le ha valido ser vapuleado por la prensa, ridiculizado por el Gobierno y combatido con saña por sus propios diputados. En enero su equipo, el llamado “Gabinete en la sombra”, recién renovado, solo duró tres días. Algunos de los diputados disidentes han venido denunciando amenazas, persecución y acoso de los simpatizantes de Corbyn, que les acusan de “traición”. El ambiente se ha vuelto opresivo y deprimente. 

La rebelión latente estalló cuando el pasado 29 de junio 173 de los 230 diputados laboristas en la Cámara de los Comunes votaron una moción de censura contra Corbyn. Seis días antes había tenido lugar el referéndum sobre Europa. La gota que acabó con la paciencia de los insurgentes fue la desgana con la que Corbyn había participado en la campaña en favor de la permanencia. Corbyn hizo caso omiso del voto de censura y cuando le retaron en unas nuevas elecciones para el liderazgo, volvió a presentarse como candidato. Nadie puede negar su tenacidad. “No tengo derecho a renunciar”, afirma. 

FORMACIÓN RADICAL

Con Corbyn, el Nuevo Laborismo, que gobernó el país durante 13 años, se ha transformado en una formación radical anticapitalista y desarticulada, que no termina de controlar. El número de miembros en el Partido Laborista se ha disparado y sobrepasa ya el medio millón. Una cifra que supera la de todo el resto de los partidos británicos. Muchos de los nuevos 'corbynistas' forman parte del movimiento Momentum, fundado el pasado año e integrado en su mayor parte por jóvenes urbanos izquierdistas que se movilizan a través de las redes sociales. 

No deja de ser curioso que su ídolo sea un orador mediocre sin demasiado carisma de 67 años, que se ha pasado 32 como diputado de a pie, en el escaño por el distrito de Islington North, en Londres. Una vida dedicada a protestar. En los Comunes votó contra Tony Blair, siendo este primer ministro, en al menos 428 ocasiones. ¿Tiene el laborismo futuro alguno con Corbyn? En el sondeo más reciente de YouGov, los conservadores de la primera ministra Theresa May van a la cabeza en las preferencias de voto con 14 puntos de ventaja.