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ISRAEL

Adiós Mr.Obama; bienvenido Mr.Trump

Israel, decepcionado con el presidente saliente por su pacto con Irán, espera como agua de mayo la llegada del magnate

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu durante el Consejo de Ministros en Jerusalén el 25 de diciembre.

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MATEO TORRES / JERUSALÉN
León

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Ningún otro presidente americano de las últimas tres décadas ha sido tan generoso con Israel como Barack Obama. Ningún otro se había pasado los ocho años de los dos mandatos bloqueando una tras otra cualquier iniciativa contra el Estado judío en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ningún otro ha incrementado la ayuda económica y militar a Israel como Obama.

Ha sido el primer presidente negro quien ha aprobado una ayuda a Israel de 38.000 millones de dólares para los próximos diez años, un montante sin precedentes que ciertamente no le ha parecido suficiente al primer ministro Benjamín Netanyahu pero que representa un importe que Estados Unidos jamás ha ofrecido a ningún otro aliado.

A cambio de esta actitud, Obama ha sido objeto de un trato discutible. Durante su primer mandato se dijo una y otra vez que Netanyahu no veía con buenos ojos que no hubiera visitado Israel, de manera que lo primero que hizo nada más ser reelegido fue viajar a Tel Aviv, y sin embargo, fue esta una visita fría que no trajo consigo ningún cambio.

ACUERDO CON IRÁN

Las relaciones bilaterales se deterioraron significativamente cuando Obama adoptó una de las decisiones más trascendentales de su mandato, alcanzar un acuerdo sobre el programa nuclear iraní. Netanyahu se enfrentó con Obama e incluso viajó hasta Washington para pronunciar un belicoso discurso que fue interrumpido una y otra vez por las cerradas ovaciones de senadores y congresistas.

Netanyahu sabe que Irán pone de los nervios a los países sunís como Arabia Saudí, de manera que hizo sus cálculos y concluyó que era preferible intensificar las relaciones bajo cuerda con los países sunís de la región a acatar la decisión de Obama, a pesar de que algunos políticos israelís le advirtieron para que no se enfrentara al presidente.

El propio Tamir Pardo, jefe del Mosad, filtró a la prensa hebrea que el programa nuclear iraní no constituía una amenaza existencial para Israel. Y cuando dejó ese cargo, Pardo advirtió de que el verdadero problema venía de otra parte, de dentro del país y no de Teherán: “Si una sociedad dividida cruza cierta línea, se puede llegar a una guerra civil en casos extremos. Me da miedo que nosotros marchemos en esa dirección”.

El error de Obama ha consistido en conducirse lealmente con las leyes internacionales en el caso de Israel. Lo dijo el lunes un portavoz del departamento de Estado al Canal 2 de la televisión hebrea, pero eso es justamente algo que no aceptará nunca Netanyahu.

El primer ministro aguarda como agua de mayo la llegada de Donald Trump. Es cierto que el republicano declaró hace unos meses que pensaba tratar el conflicto entre Israel y los palestinos de una manera equilibrada, pero al cabo de unos días rectificó y la semana pasada condenó la última resolución del Consejo de Seguridad.

LA ONU, "UN CLUB QUE LO PASA BIEN"

Trump dijo ayer en un mensaje de Twitter: “Las Naciones Unidas tienen un gran potencial pero ahora mismo es simplemente un club de gente que se reúne, conversa y se lo pasa bien. ¡Qué triste!” Justamente Netanyahu aguarda que Trump dé un giro de 180 grados a la ONU para que deje de ser tan “triste”.

“Creemos que nadie está diciendo que Obama es un enemigo de Israel pero su voto en el Consejo de Seguridad ha sido muy negativo y desde luego nada amistoso. Y también pensamos que sí, que las declaraciones que ha hecho Trump últimamente acerca de Israel son muy positivas”, admite un funcionario de la oficina del primer ministro Netanyahu.

Uno de los motivos que anima a Israel es la designación que Trump ha hecho de David Friedman para el puesto de embajador en Tel Aviv. Friedman no solo no cree que los asentamientos son un obstáculo para la paz sino que ha contribuido económicamente a las colonias con dinero de su bolsillo.

Esta designación se carga de un plumazo la actitud tradicional de los presidentes americanos de que la solución del conflicto pasa por crear un Estado para los palestinos en los territorios ocupados, y también significa que a partir del 20 de enero, la aproximación de Washington al conflicto será completamente distinta a la que hemos visto hasta ahora.