Diario de León

Un hombre entra a tiros en una discoteca de Estambul y mata al menos a 39 personas

Las fuerzas de seguridad ponen en marcha una ‘operación jaula’ para dar con el autor del ataque que sacude a Turquia.

Los familiares se lamentan durante el funeral de Ayhan Arik, una de las 39 víctimas del ataque contra la sala ‘Reina’. SADAT SUNA

Los familiares se lamentan durante el funeral de Ayhan Arik, una de las 39 víctimas del ataque contra la sala ‘Reina’. SADAT SUNA

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mikel ayestarán | estambul

La guerra en la vecina Siria volvió a traspasar la frontera para golpear en Estambul, corazón y espejo de Turquía hacia el mundo. El terror golpeó nada más estrenarse 2017 y apenas dos semanas después del asesinato ante las cámaras del embajador ruso, Andrei Karlov, en Ankara. Unas setecientas personas celebraban la entrada del Año Nuevo en la sala de fiestas ‘Reina’, a orillas del Bósforo, cuando un hombre que portaba un arma larga irrumpió en este exclusivo recinto y abrió fuego contra la gente que disfrutaba de la fiesta. Al menos 39 personas perdieron la vida y 70 resultaron heridas cuando apenas habían pasado 75 minutos desde que se despediera 2016. Numerosas personas saltaron a las aguas del Bósforo para escapar y tuvieron que ser rescatadas por la Guardia Costera.

Las fuerzas de seguridad pusieron de inmediato en marcha una ‘operación jaula’ para dar con el autor del ataque. «Es un terrorista como los que conocemos. Disparó al policía de la puerta, entró, y ametralló y mató a personas inocentes. Entonces dejó el arma y abandonó el lugar durante el caos», relató horas después del jefe del Gobierno turco, Binali Yildirim, quien, como se ha convertido en regla habitual en estas situaciones, declaró el embargo informativo hasta el final de la investigación. Yildirim desveló que el atacante «no iba disfrazado de Santa Claus».

La discoteca ‘Reina’ es frecuentada por turistas extranjeros, pero también por diplomáticos y la clase alta turca laica. Por ello, entre las víctimas hay gente llegada de Israel, Líbano, Marruecos, Libia o Arabia Saudí para dar la bienvenida a 2017, según el Ministerio de Interior.

Tras el ataque, por unos instantes Estambul se convirtió en París y las imágenes recordaron a las de la sala de conciertos ‘Bataclán’, en la que un asalto yihadista dejó 130 muertos el 15 de noviembre de 2015. Turquía vive en estado permanente de alerta por una amenaza que volvió a superar los controles dispuestos por las autoridades para estas fechas.

Más de 17.000 agentes estaban desplegados en la capital para blindar las celebraciones de Año Nuevo ante las amenazas del Estado Islámico, que hace un mes pidió a sus seguidores «golpear al Gobierno secular y apóstata turco». Los yihadistas también pusieron especial énfasis en la conveniencia de realizar las acciones terroristas durante estas fechas navideñas. En sus foros animaban a ‘lobos solitarios’a golpear en «celebraciones» y ponían como ejemplo el ataque con un camión contra un mercado en Berlín.

Turquía también mantiene una guerra abierta con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), autor en el último mes de atentados como el cometido contra la Policía a las puertas del estadio del Besiktas (44 muertos) o en Kayseri, ciudad del centro del país donde perdieron la vida 13 soldados tras el ataque contra el autobús en el que viajaban. Sin embargo, acciones indiscriminadas contra población civil como la de ayer han llevado hasta ahora el sello del Estado Islámico.

Aunque los seguidores del califa no reivindican sus acciones en suelo turco, que hasta este verano era su autopista hacia la guerra santa en Siria, las fuerzas de seguridad acusan a los yihadistas de atentados como el de junio contra el aeropuerto internacional Ataturk de Estambul, en el que murieron 45 personas.

De hecho, el presidente, Recep Tayyip Erdogan, no tardó en referirse al vecino sirio para contextualizar la oleada de atentados. «Están intentando desestabilizar nuestro país y destrozar la moral del pueblo creando el caos», señaló el dirigente islamista, que pidió calma a los ciudadanos y recordó que su país está «determinado a hacer lo que sea necesario en la región para mantener la seguridad y paz de los ciudadanos turcos».

Erdogan cambió de estrategia en verano, coincidiendo con el golpe militar protagonizado por una parte de las Fuerzas Armadas. Cerró su frontera con Siria, pactó con Rusia, principal aliado del presidente sirio, Bashar al-Assad, y, en lugar de apoyar a cualquier precio la caída del régimen, se centró en la lucha contra los kurdos, muy fuertes en toda la frontera, y el Estado Islámico.

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