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TRÁGICO SEÍSMO

El terremoto de México ha causado ya más de 220 muertos

Miles de personas se lanzan a ocupar los albergues públicos ante el miedo generalizado a nuevas réplicas

Los servicios de rescate buscan supervivientes atrapados en un edificio hundido tras el seísmo, en Roma Norte, barriada de Ciudad de México, el 20 de septiembre

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Témoris Grecko / México
León

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Los numerosos, variados y creativos esfuerzos de contribuir al rescate marcan contraste con algunos actos de repudio a las autoridades y, sobre todo, con cuestionamientos a los gobernantes de Ciudad de México por una desagradable sorpresa: entre los edificios derrumbados o a punto del colapso, se encuentran algunos que fueron construidos bajo los estrictos reglamentos de 1987, impuestos precisamente para garantizar la resistencia ante movimientos telúricos como el que este martes sacudió el centro del país.

Por la mañana del miércoles, Protección Civil informó de un total de 225 fallecidos, recuento que continuaba ascendiendo. De esa cifra, 94 correspondían a Ciudad de México, 71 a Morelos, 43 a Puebla, 12 al Estado de México, 4 a Guerrero y uno a Oaxaca.

A lo largo de la noche, mientras continuaban los trabajos de rescate, los albergues fueron ocupados por miles y miles de personas, de las cuales la mayoría no habían perdido sus casas por derrumbe o colapso, sino que rehusaban a sufrir un insomnio preocupados porque el techo se desplomara sobre ellos: se impuso el temor a las réplicas, que los capitalinos conocen bien porque, 36 horas después del terremoto de 8,1 grados Richter que destruyó la ciudad en 1985, vino otro de 6,5 grados que terminó de sellarles el pánico en la piel para toda la vida.

Sociedad civil organizada

Las previsiones resultaron insuficientes: organizaciones y grupos de vecinos tuvieron que improvisar sitios para acomodar a quienes no hallaron lugar en los espacios oficiales o les quedaban muy lejos; de la misma forma, montaron comedores o adaptaron sus vehículos para servir como tales y trasladarse adonde había hambrientos, tanto voluntarios como cualquier tipo de civil; también ofrecieron suplir el servicio de transporte público donde quedó suspendido; lugares pequeños, como el Café de Raíz del escritor Mardonio Carballo, ofrecieron comida y bebida gratuitas a quien se presentara.

Se pidió liberar las redes de wifi, para que quienes estuvieran atrapados pudieran enviar mensajes; bajo el 'hashtag' #revisamigrieta, ingenieros se pusieron a disposición de quien subiera fotos de sus daños a Twitter para hacerle una valoración provisional, y elaboraron carteles para redes sociales donde explicaban lo más elemental del tema; grupos de profesionales recolectaron brocas de cemento y herramientas especializadas para repartirlas en los sitios donde se requerían instrumentos más complicados; conscientes de que falta ayuda en poblaciones como Jojutla, otros reunieron víveres y los llevaron allá.

Ante la movilización espontánea de la sociedad, parte de la iniciativa privada siguió el ejemplo: cadenas de restauración y compañías de telecomunicaciones colocaron servicios gratis a disposición del público, e incluso regalaron viajes empresas que proveen transporte privado mediante apps para móvil (como Cabify, envuelta en un escándalo por el reciente secuestro, violación y asesinato de una pasajera de 19 años a manos de uno de sus chóferes, y por su negativa a admitir errores en sus procesos de reclutamiento y a asumir su parte de responsabilidad).

“¡Lárgate de aquí!”

Ante este despliegue, la pregunta es: "¿Y el Gobierno dónde está?". Su respuesta no ha sido tan débil como la del Gobierno del presidente Miguel de la Madrid, en 1985, cuando las autoridades de la ciudad eran designadas por él y, ante el vacío, fue también la sociedad la que se encargó del rescate.

Pero han transcurrido 32 años a la espera del siguiente terremoto, y de nuevo abundan las demoras y las insuficiencias, y se acrecienta la molestia con el desempeño del presidente Enrique Peña Nieto. “¡A trabajar! ¡Lárgate de aquí!”, e insultos de mayor calibre le gritaron a su secretario de Gobernación (ministro del Interior), Miguel Ángel Osorio Chong, decenas de voluntarios de rescate en el edificio de las calles Bolívar y Chimalpopoca, obligando al funcionario a marcharse bajo la protección de 'granaderos' (antidisturbios).

Derrumbe de edificios nuevos

Osorio Chong aspira a suceder a su jefe en la Presidencia, y otros de sus cercanos a candidaturas en las elecciones del 2018. Por eso llama la atención que la cuenta de Twitter @PcSegob, de Protección Civil, emita pocos mensajes propios y se dedique, sobre todo, a dar retuits de Peña Nieto, de Osorio Chong y de su titular, Luis Felipe Puente, quien da de manera personal las informaciones –como las cifras de fallecidos- que le corresponden a su institución y que medios y ciudadanos necesitan.

Lo que más lacera, sin embargo, es el derrumbe de edificios relativamente nuevos, algo que nadie esperaba que sucediera y que, a muchos ojos, no puede ser justificado. Roberto Hernández, director de Los Topos, un grupo de voluntarios de rescate creado durante los trabajos del terremoto de 1985, no imaginaba verlo otra vez: “Estamos muy avanzados (en leyes)”, aseguró. “El problema es la corrupción”.