CONFLICTO REGIONAL
El Kurdistán iraquí busca la independencia de espaldas a la comunidad internacional
La región celebra este lunes un referéndum de autodeterminación sin ningún apoyo externo. Casi seis millones de kurdos están llamados a votar en una consulta plagada de problemas
Primero, cuando convocó el referéndum hace tres meses, el presidente del Kurdistán iraquí, Masoud Barzani, parecía determinado a celebrarlo. Prometió a los ciudadanos kurdos que ya había llegado su hora; que el 25 de setiembre de 2017 votarían para, por fin, independizarse de Irak.
Pero esta propuesta no gustó a nadie, ni a aliados ni a enemigos de Barzaní. Estados Unidos, Gran Bretaña, Naciones Unidas, Rusia, Turquía, Iran y, por supuesto, Irak, expresaron sus preocupaciones —unos más airadamente y otros menos—. Alegaron que, mientras la lucha contra el Estado Islámico continue activa, celebrar un referéndum para declarar independiente el Kurdistán iraquí sólo serviría para desestabilizar aún más la región. La cuestión, para la comunidad internacional, no era tanto el qué —la independencia del Kurdistán— sino el cuando.
Entonces, después de las críticas, Barzani aceptó negociar posponer el referéndum si recibía una oferta que le satisficiese. La oferta, de la que no se han hecho públicos detalles, llegó —de manos de EEUU, el Reino Unido y la ONU— pero el Gobierno del Kurdistán iraquí la rehusó. Barzani dijo que la votación seguía adelante como estaba programada, pero que estaba abierto a escuchar.
Hasta última hora
El reloj avanzaba, y cada vez parecía más que sí. Pero este sábado un partido de la coalición de gobierno del Kurdistán iraquí, el PUK, fue hackeado, y anunció, para sorpresa de todos, que se había llegado a un acuerdo y que, por lo tanto, se cancelaba el referéndum. Otra vez parecía que no; pero duró poco: el partido de Barzani, el Partido Democrático del Kurdistán (KDP) desmintió la información, y el mismo presidente, en un mítin el sábado por la noche, dijo que ya era demasiado tarde. El referéndum se celebrará.
«Nos forzaron a vivir en Irak, aunque nunca nos lo preguntaron. Sufrimos barbaridades durante el mandato de Saddam Hussein. Por lo tanto creemos que ya nos venía tocando. El día 25 es para que todos los kurdos voten», dice a EL PERIÓDICO Janghis Awakalay, miembro del departamento de Relaciones Internacionales del KDP, el partido que ha organizado la votación.
Casi seis millones de kurdos iraquís están llamados a votar en una consulta no exenta de problemas. A causa del gran número de desplazados por la guerra, no hay un censo oficial, algo que dificulta la legitimidad del resultado. El ‘sí’, sin embargo, es abrumador entre las regiones propiamente kurdas, pero no tanto en el sur, donde se votará en ciudades que no forman parte de la jurisdicción del Gobierno regional del Kurdistán iraquí.
Kirkuk, ciudad de la discordia
Y la joya de la corona, en este enredo, es Kirkuk. «Negociaremos sobre ella tanto con la comunidad internacional como con el Gobierno de Bagdad, pero creemos que antes es necesario votar. Solo después podremos sentarnos a negociar correctamente. Queremos tener buenas relaciones con nuestros vecinos», explica Awakalay. Kirkuk, donde conviven kurdos, árabes y turkmenos —estos últimos de origen y de habla turcas— está controlada por los peshmergas, el ejército del Kurdistán iraquí, aunque no forme parte de su jurisdicción. Tanto Bagdad como Erbil, dado la gran cantidad de petróleo que descansa bajo esta ciudad, quieren que Kirkuk se quede dentro de sus fronteras.
Durante los últimos días la tensión y violencia ha escalado en la ciudad, y se teme que, durante el referéndum, los ánimos se agitarán más. Por ello, Bagdad culpa al gobierno de Barzani de desestabilizar el país, algo que Erbil niega.
«Durante los últimos 26 años —cuando, tras la primera guerra del Golfo, Irak y Estados Unidos concedieron la autonomía al Kurdisán iraquí— hemos colaborado con la estabilidad en Oriente Medio. Nuestras fronteras han sido y son las más seguras de la región. Somos de los que hemos luchado con más ímpetu contra el Estado Islámico. Creemos que es nuestro derecho poder ser independientes al fin. Y entonces seguiremos colaborando con todos los vecinos», dice Awakalay, miembro del KDP.
Pero no todo el mundo, en el Kurdistán iraquí, compra esta versión. El principal partido de la oposición, el Movimiento Gorran —Cambio—, aunque favorable a la independencia, considera que el momento y la forma del referéndum busca, únicamente, perpetuar a Barzani y su familia en el poder.
«El mandato de Barzani acabó en el 2013, pero se lo extendió a él mismo con la excusa de la lucha contra el terrorismo. Ahora que la guerra se acaba, se busca otra excusa para seguir en el poder. Por esto pedimos votar ‘no’ en el referéndum», dice el partido.
Las claves
1. Zonas en disputa
El referéndum también se celebrará en ciudades donde hay parte de población kurda pero que no forman parte del Kurdistán iraquí. La más importante de ellas es Kirkuk, asentada sobre una bolsa enorme de petróleo y, por ello, el mayor foco de tensiones entre el Gobierno central iraquí y el regional kurdo. En esta ciudad conviven kurdos, árabes y turcomanos, ciudadanos de origen turco llegados a Irak durante el Imperio Otomano.
2. Sin censo
Casi seis millones de kurdos iraquís están llamados a votar. El censo, sin embargo, no está claro, a causa, sobre todo, de los desplazados que la guerra en Irak ha causado. Esto pone en duda la legitimidad del resultado, aunque el apoyo a la independencia entre los kurdos sea abrumador. Esto se debe, en parte, a los agravios históricos sufridos cuando gobernaba Saddam Hussein.
3. Riesgo de desestabilización de la región
Todos los países vecinos —Irak, Turquía, Irán y Siria, además de Estados Unidos— se oponen frontalmente a la independencia del Kurdistán iraquí, ya que consideran que puede desestabilizar aún más una región ya de por sí muy volátil. Los gobiernos de estos países temen que el ejemplo de los kurdos iraquís sirva para que los kurdos de sus propios territorios busquen más autonomía o también quieran independizarse.