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Trump exige soluciones a Japón para el masivo déficit comercial

El comercio ha irrumpido en el segundo día del periplo de Trump en Asia

El presidente de EEUU, Donald Trump, y el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, en Tokio.

Publicado por
Adrián Foncillas
León

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Donald Trump, presidente estadounidense, ha lamentado el déficit que su país arrastra con Japón durante décadas y ha exigido medidas tan populistas como inviables para enjugarlo. El comercio ha irrumpido en el segundo día del periplo de Trump en Asia con todo su potencial divisorio después de una plácida primera jornada de golf y hamburguesas con su homólogo japonés, Shinzo Abe.

"Estados Unidos ha sufrido masivos déficits comerciales con Japón durante muchos, muchos años", ha recordado esta mañana Trump ante una audiencia de empresarios de ambos países. El millonario neoyorquino ha exigido un comercio "libre y recíproco", dando a entender que el actual no lo es. "Estoy seguro de que el problema se arreglará de forma rápida y amistosa", ha añadido.

La balanza comercial beneficia a Japón en 69.000 millones de dólares, según datos del tesoro estadounidense. Washington es el segundo socio comercial de Tokyo, sólo por detrás de Pekín, mientras Japón fue el cuarto destino de las exportaciones estadounidenses en 2016.

Japón responde a los lamentos recordando que el desnivel comercial bilateral se ha reducido drásticamente en los últimos años y que hoy es ridículo comparado con el que Estados Unidos arrastra con China.

Trump ha señalado al sector automovilístico. "Intentad fabricar vuestros coches en Estados Unidos en lugar de enviárnoslos. No es mucho pedir. ¿Es esa una petición ruda?", ha inquirido hoy. La pregunta, ruda o no, está al margen de la realidad. El 75 % de los coches japoneses que se vendieron en 2016 en Estados Unidos también habían salido de fábricas en Estados Unidos. Japón no es sospechoso: sus multinacionales fabricaron el pasado año en Estados Unidos cuatro millones de coches y 4,7 millones de motores. Eso es traducible por muchísimos puestos de trabajo.

Las dificultades de acomodar las exigencias estadounidenses a la realidad explican que Michael Pence, vicepresidente, y Taro Aso, ministro de Finanzas, aún no hayan pactado un marco sobre el que empezar a negociar.

Trump llega a Asia cuando muchos países aún le culpan de que enterrara el Tratado de Colaboración Transpacífica (TPP).  En ese acuerdo, que suponía el principal legado económico de Obama, muchos gobiernos de la zona vieron el flotador en la tormenta. El más perjudicado fue Japón, con una economía gripada durante veinte años. Trump airea estos días su alternativa, el Tratado Indo-Pacífico, atribuyéndole unas virtudes que al resto se le escapan.  

El resto del viaje de Trump ha discurrido por terrenos menos áridos. El presidente ha repetido los mensajes de unidad frente a Corea del Norte y está previsto que se reúna con los familiares de las decenas de japoneses secuestrados y nunca devueltos. Trump intervendrá en uno de los temas más sensibles de la sociedad japonesa y muchos esperan que aceite la solución. No es probable. Trump será el tercer presidente estadounidense en reunirse con ellos y los anteriores no consiguieron ningún progreso.