UN DIVORCIO COMPLICADO
El gran escollo irlandés que amenaza el 'brexit'
Dublín multiplica los contactos para garantizar el cierre de filas de los 27 si no hay avances sobre el estatus de la frontera con Irlanda del Norte
La factura que el Reino Unido tendrá que pagar a la Unión Europea cuando salga del club se ha visto hasta ahora como el gran escollo que impide a Londres y Bruselas avanzar en las negociaciones del 'brexit'. Pero hay otro elemento políticamente igual o más complicado que amenaza con hacer descarrilar todo el proceso: el estatus de la frontera entre Irlanda e Irlanda del norte, o cómo evitar que un muro vuelva a dividir la isla en dos y ponga con ello en riesgo los Acuerdos de Paz de Viernes Santo.
Cuando Reino Unido abandone la Unión Europea el 29 de marzo de 2019, Irlanda del Norte también dejará de formar parte del club. El problema entonces es qué ocurrirá con los 500 kilómetros de "frontera invisible" que actualmente separan a ambos territorios y que atraviesan unas 30.000 personas cada día –un millón al año- y unos 177.000 camiones al mes, sin ser objeto de ningún tipo de control de aduanas o de inmigración.
Tanto Londres como Bruselas se han mostrado comprometidos en la búsqueda de una fórmula que evite el regreso de una "frontera dura", que muchos temen podría hacer resucitar el conflicto en el Ulster, reavivar las tensiones sociales y dañar la economía de la región. Pero la solución, seis meses después del inicio de la negociación, sigue brillando por su ausencia. A juicio de la Comisión Europea, la única forma de evitar el regreso de los controles fronterizos es dotar a Irlanda del norte de un estatus especial que permita al territorio seguir en el mercado interior y en la unión aduanera una vez se consume el 'brexit'.
Margen negociador limitado
El Gobierno de Theresa May, cuyo margen de negociación está limitado por su dependencia política sobre los unionistas (DUP), ha rechazado la posibilidad porque considera que pondría en peligro la integridad constitucional y económica del Reino Unido al obligar a Belfast a seguir legislando en línea con la UE, algo que el DUP tampoco acepta. "Respetamos el deseo de la UE de proteger el orden jurídico del mercado interior y la Unión aduanera. Pero no puede significar crear una nueva frontera dentro de Reino Unido", zanjó al final de la última ronda negociadora el ministro británico para el 'brexit', David Davis.
Esta rotundidad ha terminado por reabrir viejas heridas y multiplicar los encontronazos en el triángulo Dublín-Belfast-Londres. El responsable del Foreign Office británico, Boris Johnson, abogó la semana pasada en la capital irlandesa por pasar a la segunda fase de las negociaciones -el acuerdo comercial y un pacto transitorio- sin resolver la cuestión fronteriza.
Amenaza de veto
El Gobierno irlandés ha dejado claro este viernes que es imposible y amenaza con vetar el paso a la segunda fase si no hay avances. "Si no hay progresos en términos de más claridad y credibilidad sobre cómo se pueden resolver estas cuestiones de manera que se impida una frontera dura en la isla entonces no podemos avanzar a la fase dos", ha avisado el ministro de Exteriores, Simon Coveney, este viernes en Bruselas.
Irlanda, el Estado miembro más expuesto al 'brexit' con unas relaciones comerciales de 65.000 millones de euros en 2015, da por hecho que el resto de aliados europeos cerrarán filas y ha intensificado los contactos con el resto de capitales para defender una solución sin frontera dura. "No vamos a permitir que una frontera reemerja en la isla de Irlanda", ha advertido Coveney, que ha mantenido bilaterales este viernes con el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, y su colega español Alfonso Dastis.