SE REABRE EL DEBATE EN FRANCIA
¿Puede una niña de 11 años tener sexo consentido con un hombre?
La Fiscalía reexaminará el caso tras las alegaciones de la abogada de la víctima para que se considere una violación y no solo una ofensa sexual
¿Una niña de 11 años puede mantener relaciones sexuales consentidas con un adulto? La justicia francesa no tendrá fácil responder a una cuestión que desde hace meses alimenta el debate al otro lado de los Pirineos y ha llevado al Gobierno a tomar cartas en el asunto para rellenar el actual vacío legal.
En este momento no existe en Francia una edad mínima por debajo de la cual cualquier acto sexual con un menor sería considerado una agresión. Para que una violación sea tipificada como tal en el código penal, hay que demostrar coacción, amenaza, violencia o sorpresa.
Sin embargo, expertos y asociaciones de defensa de los derechos de la infancia sostienen que un menor puede quedarse paralizado ante las demandas sexuales de un adulto sin que eso signifique que lo haga de manera voluntaria. En la mayoría de los casos, simplemente no sabe cómo reaccionar.
Ante un tema tan sensible, el Ejecutivo prepara un proyecto de ley que presentará el próximo 7 de marzo para fijar una edad mínima de consentimiento sexual. El presidente francés, Emmanuel Macron, es partidario de situarla en los 15 años, tres por encima de lo que estipula la legislación española o norteamericana y uno por debajo del límite establecido en Suiza y Holanda.
El debate ha surgido de nuevo durante el juicio abierto este martes en el tribunal de Pontoise, al norte de París, que debe pronunciarse sobre el caso de una niña que mantuvo relaciones sexuales con un hombre de 28 años. Los padres de la cría presentaron una denuncia por violación, pero la Fiscalía solo acusó al adulto de un delito de ofensa sexual al considerar que la menor no se opuso.
Los hechos, revelados por el diario ‘Mediapart’, se remontan al 24 de abril del 2017 cuando la niña, alumna de secundaria en el instituto de Montmagny, se tropezó de camino a casa con un hombre con el que se había cruzado previamente varias veces. Él se dirigió a la chica amablemente, la piropeó preguntándole si siendo tan guapa no tenía novio y luego le propuso ir juntos a su casa. La chiquilla se limitó a encogerse de hombros.
“No dijo que no ni que sí. Se encogió de hombros, lo que para mí quería decir que estaba de acuerdo”, se defiende el acusado. En el ascensor del edificio, intentó besarla y en ese momento ella se dio cuenta de que había caído en una trampa, según el relato que hizo la madre a ‘Mediapart’.“Estaba aterrorizada, no se atrevía a moverse por miedo a que la forzara y decidió ser como un autómata”.
En el rellano del piso le pidió hacerle una felación antes de entrar en el apartamento, donde la penetró. Después le dijo que no hablara con nadie del asunto pero nada más llegar a casa se lo contó a su madre. “Tenía una tristeza inmensa, estaba completamente desesperada, como si la vida hubiera perdido su sentido. Lo primero que me dijo es que su padre iba a pensar que era una puta”, recuerda la madre.
La policía interrogó a la víctima y concluyó que el acto sexual se realizó sin violencia ni coacción, lo que condujo a la Fiscalía a perseguir al denunciado por ofensa sexual y no por violación. En el primer caso, la condena es de un máximo de cinco años de cárcel mientras que en el segundo puede llegar a veinte.
La decisión del Ministerio fiscal irritó a la abogada de la familia, Carine Durrieu Diebolt, que reclamó devolver el caso al juez de instrucción alegando coacción moral y efecto sorpresa. “Es casi insultante para la víctima que se hable de ofensa sexual porque eso quiere decir que habría sido cómplice de su agresor”, subraya la letrada.
La misma tesis sostiene el secretario general de la asociación ‘El niño azul’, Michel Martzloff, personado en el juicio como parte civil. “Conviene explicar los efectos de la estupefacción en este tipo de casos. Ella es incapaz de oponerse al acto que se le impone porque no sabe lo que va a pasar”.
Victoria para la familia
En la primera sesión del juicio, celebrado a puerta cerrada, los jueces han escuchado estos argumentos y han decidido reenviar el caso a la Fiscalía para que profundice en su investigación y recalifique el delito. Una primera victoria para la familia de la niña.
La defensa del acusado, en cambio, dice no entender la decisión. “No ha habido ningún elemento constitutivo de violación, ni de violencia ni de amenaza, ni de sorpresa”, argumenta Marc Goudarzian, uno de sus abogados, que sostiene que su cliente pensaba que la cría tenía más de 15 años.