CRISIS HUMANITARIA
Yemen, un infierno para los niños
Tener que escoger entre llevar a tu hijo al hospital porque sufre desnutrición aguda o dar comida al resto de tu familia. Esta es la dura realidad que viven muchas familias en Yemen. El conflicto, que se ha recrudecido estas últimas semanas, ha hecho que los precios de los alimentos y el combustible se hayan disparado en todo el país. Esto significa que comer o pagar el transporte para acudir a los centros hospitalarios es un lujo que muchos no pueden permitirse. El precio de los alimentos ha llegado a duplicarse en algunas partes del país en cuestión de días y los combustibles básicos como gasolina, diésel y gas para cocinar han aumentado un 25% en un año.
Esta situación afecta a todo el país, pero los que más sufren, como siempre, son los más pequeños. Más de 5 millones de niños y niñas están en riesgo de sufrir hambruna. Más de dos tercios, el 64,5% de la población de Yemen, no saben cuándo será su próxima comida. Si se interrumpiera el suministro de alimentos y combustible que llega a través del puerto de Hodeida, podría haber una escalada de inanición sin precedentes y, según Naciones Unidas, podría provocar una de las peores crisis de hambre en la historia.
Lo cierto es que el puerto Hodeida es la principal puerta de entrada de las importaciones y de la ayuda humanitaria que recibe el 80% de la población yemení. Aunque por el momento hay provisiones de alimentos en el mercado, los precios son desorbitados y las familias no pueden permitirse cosas tan básicas como pan, leche o huevos. Eso empeora su situación que ya de por sí es muy precaria. Según una reciente encuesta de la ONU, un 98% de los hogares dijeron que los alimentos era su principal gasto, y un 93% explicó que su principal desafío es el precio de las materias primas.
En cuanto a nutrición infantil el dato es aterrador: la mitad de los niños y niñas en Yemen tienen retraso en su crecimiento y uno de cada veinte niños menores de cinco años sufre desnutrición aguda severa. Millones de niños y niñas no saben cuándo será su próxima comida o si la habrá. Además, los niños con desnutrición severa tienen 12 veces más probabilidades de morir a causa de enfermedades prevenibles como la neumonía, el sarampión, el cólera o la difteria.
“La vida ha cambiado mucho durante la guerra. Lo más difícil para mi familia es el aumento de los precios. Incluso si logro encontrar trabajo, el coste de los alimentos es demasiado alto. Solíamos comer carne y pescado, pero ahora solo puedo pagar el pan, así que eso es lo que comemos”, dice Omar, padre de una niña de 10 meses. Pan, pan y solo pan. Esto es lo comen, cuando pueden, ya que a veces pasan dos días enteros sin ingerir nada. Su hija, Amara, cayó enferma con signos de desnutrición y ahora trata de recuperarse.
Pero como ella hay miles de niños y niñas que luchan a diario para sobrevivir a esta situación. Mansur, tiene solo 14 meses y sufre desnutrición aguda severa porque su familia no puede pagar los alimentos que necesita. Vendieron su tierra para sobrevivir a estar crisis, pero esta crisis es la que está acabando con ellos. La familia se alimenta solo de la leche que da el ganado de su vecino y algunas veces con un poco de pan.
El hambre, las enfermedades, las bombas… son tantas las amenazas que sufren los niños en Yemen que uno se pregunta: ¿Cómo será el futuro de Amara y Mansur y de todos los niños y niñas si esta guerra no acaba? O quizás la pregunta más adecuada sería: ¿Tendrán un futuro?