Las grandes fortunas de Rusia ya no son bienvenidas en Occidente
La reciente detención de Dmitri Rybolóvlev en Mónaco o la retirada de visado a Roman Abramovich en Gran Bretaña demuestra la voluntad de poner coto a las actividades de estos riquísimos magnates
Los tiempos en que Dmitri Rybolóvlev se hacía fotos con el príncipe Alberto de Monaco en los actos sociales del principado parecen ser ya cosa del pasado. El multimillonario ruso instalado en Montecarlo y propietario del AS Monaco, el club de fútbol local, con una fortuna de 6.800 millones de dólares según Forbes, ha sido arrestado esta semana por la policía monegasca, interrogado y acusado formalmente de corrupción y tráfico de influencias. Y 'La Belle Epoque', su lujoso 'penthouse' con privilegiadas vistas a la marina y exhibido en videos de Vimeo y YouTube, registrado a conciencia por las fuerzas del orden.
El nombre de Rybolóvlev se une al de otros magnates rusos caidos recientemente en desgracia en los países donde gestionaban una parte importante de sus negocios: Roman Abramovich, propietario de otro club de fútbol, el Chelsea, a quien Londres no le renovó el visado de negocios, u Oleg Deripaska, exdirector ejecutivo de Rusal, la segunda empresa productora de aluminio del mundo, quien tras años de cortejar los altos círculos políticos y empresariales de Londres y Washington, ha sido vetado en EEUU por sus supuestos contactos con el crimen organizado y su presunta participación en la campaña de injerencia rusa en las presidenciales del 2016.
Las tribulaciones en la costa azul del multimillonario nacido en Perm (Urales) son un síntoma más de que la justicia y las fuerzas del orden en Europa y EEUU van a vigilar de cerca a las grandes fortunas rusas, poniendo coto a muchas de sus difusas prácticas empresariales fuera de las fronteras rusas. "En el actual clima político, Occidente no va a ser tan acogedor con su dinero o sus modos de hacer", escribe en Bloomberg el columnista Leonid Bershidsky.
Compra de favores
A Rybolóvlev, que se hizo rico gracias a la privatización de Uralkali, una antigua empresa soviética de fertilizantes que luego vendió por 5.300 millones de dólares, se le acusa de haber intentado comprar los favores de altos funcionarios monegascos para que le beneficiaran en una disputa judicial con Yves Bouvier, un marchante de arte suizo. Entre los nombres que aparecen en la investigación se encuentra el del exministro de Justicia Philipe Narmino, quien precisamente tuvo que dimitir después de que 'Le Monde' hiciera públicos el contenido de mensajes teléfonicos suyos con la abogada del millonario ruso, Tatiana Bersheda, y otras personalidades.
Su gestión al frente del AS Monaco, club que compró en el 2011, también está en el punto de mira de los investigadores. Según el portal francés Mediapart, Rybolóvlev ideó un esquema de financiación ficticio para insuflar al club, necesitado de resultados deportivos, un total de 140 millones de euros anuales, contraviniendo las normas de la UEFA sobre financiación limpia. En EEUU, el multimillonario también podría acabar teniendo problemas si el fiscal Robert S. Mueller, que investiga la injerencia rusa en las elecciones presidenciales del 2016, logra demostrar que la compra de una propiedad de Donald Trump en Florida en el 2008 y por la que pagó un precio dos veces superior al de su adquisición, tan solo cuatro años antes, fue forma fraudulenta de rescatar de sus apuros financieros al actual presidente de EEUU.
El Kremlin ha reaccionado como suele hacer en estos casos. Ofreciendo asistencia consular a su atribulado y rico ciudadano, asegurando que seguía de cerca el expediente y recordando a sus multimillonarios que el lugar más seguro para sus fortunas es el suelo patrio. En diciembre pasado, el presidente Vladímir Putin ofreció, durante una reunión en Moscú con los hombres de negocios más importantes del país, que el Estado emitiera bonos denominados en moneda extranjera para ayudar a repatriar los capitales de millonarios afectados por las sanciones.