Diario de León

El español Pablo Ibar pierde la batalla por su inocencia en EE UU

El cuarto juicio tuvo un veredicto unánime por un triple asesinato cometido en 1994 en Florida.

Pablo Ibar, a la derecha, en la audiencia de ayer en el Tribunal Estatal de Florida. GIORGIO VIERA

Pablo Ibar, a la derecha, en la audiencia de ayer en el Tribunal Estatal de Florida. GIORGIO VIERA

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emilio j. lópez | Fort Lauderdale

El infierno judicial que ha vivido el hispano-estadounidense Pablo Ibar, sobrino del fallecido boxeador español José Manuel Ibar ‘Urtain’, desde hace casi 25 años ha tenido el más negro desenlace: «Culpable». Ese ha sido el veredicto unánime del jurado en el cuarto juicio contra el español por un triple asesinato cometido en 1994 en Florida.

Tras cuatro jornadas de deliberaciones en un tribunal de Fort Lauderdale, al norte de Miami, las ocho mujeres y cuatro hombres que componen el jurado entregaron su veredicto: «Guilty» («Culpable»), en los seis cargos que pesaban contra Ibar, tres de ellos de asesinato en primer grado.

El juez que preside el caso, Dennis Bailey, anunció el veredicto a la sala, momento en que se produjeron escenas de dolor y lágrimas contenidas entre los familiares de Ibar, de 46 años, quien lleva casi 25 preso, 16 de los cuales los pasó en el corredor de la muerte.

La agónica lucha de Ibar por demostrar su inocencia concluyó así con un veredicto de culpabilidad que le mantiene tras las rejas tras su detención en 1994 por el asesinato de Casimir Sucharsky, dueño de un club nocturno de Miramar (en el condado de Broward) y de dos modelos, Sharon Anderson y Marie Rogers.

Ayer, a las 10.30 hora local (16.30 CET), el instante en que el magistrado leyó la decisión del jurado que tenía en sus manos su vida, Ibar, pálido, mantuvo su entereza y hasta llegó a pasar su brazo por el hombro de Benjamin Waxman, su abogado principal, cuyo semblante se descompuso y casi rompe a llorar.

Tristeza y dolor

En la banca, se escuchaban los sollozos apagados de la familia de Ibar —el juez había prohibido cualquier expresión de emociones que alterara el orden—, pero el rostro de Tanya, la esposa del español, eran la máxima expresión de tristeza y dolor.

Tanya, siempre inquebrantable al lado de Ibar durante todos estos años de calvario judicial, ha sido, sin duda, su roca y fuerza. «Yo no renuncié nunca a él; de manera que no puede abandonarse. Mantengo la esperanza porque conozco la verdad: Pablo es inocente», dijo hace unos días a Efe al hablar del camino de reveses y dolor, del rosario de vicisitudes afrontadas. De un combate inacabable.

Al final, la solidez de las pruebas y testimonios presentados por la defensa de Ibar, dirigida por el letrado Waxman, no fue suficiente para convencer al jurado de la inocencia del español.

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