Diario de León

CRISIS POLÍTICA EN VENEZUELA

Maduro cierra la frontera con Brasil y estudia hacer lo mismo con Colombia

La medida es la respuesta a la intención de la oposición de entrar este sábado la ayuda humanitaria extranjera. El presidente también ha ordenado cortar el tráfico marítimo con las islas del Caribe que sirven de base a los suministros

Maduro en la graduación de estudiantes de medicina en Caracas.

Maduro en la graduación de estudiantes de medicina en Caracas.

Publicado por
ABEL GILBERT
León

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Nicolás Maduro ha adelantado el inicio de los carnavales que empezarán el 28 de febrero.  El presidente venezolano ha dispuesto por decreto “extender la fiesta de la alegría” hasta el 5 de marzo en una Venezuela sin espacio para alborozos.  Seis días son, por lo demás, una eternidad, y eso lo sabe el mismo “presidente legítimo”. Además de ordenar que el jolgorio empiece antes, Maduro ha reunido a la cúpula militar y, frente a una plana mayor de impertérritos generales, ha anunciado la decisión de cerrar el espacio aéreo para la aviación privada y el “cierre total” de la frontera con Brasil. “Más vale prevenir que lamentar”.  

Maduro evalúa hacer lo mismo con Colombia.  “Hemos tomado las medidas para que todo esté en paz, esperamos que Iván Duque (presidente colombiamo) no cumpla las órdenes a (Donald) Trump de generar violencia. Lo responsabilizo de cualquier violencia que se produzca”, ha dicho. Al mismo tiempo, y por instrucción presidencial, la Guardia Nacional ha empezado a ocupar las carreteras que llevan hacia el sur del país. Lo que se busca es bloquear el acceso de miles de voluntarios y transportistas a la frontera por donde la oposición y sus aliados internacionales intentarán este sábado 23 de febrero que entre la ayuda humanitaria suministrada principalmente por EEUU.

Juan Guaidó, quien ha sido reconocido como presidente encargado por Washington y por una coalición de más de 50 países, se ha propuesto este jueves llegar a la ciudad colombiana de Cúcuta, donde se ha levantado el principal centro de acopio de medicinas y alimentos. “Comida cancerígena”, ha definido la ayuda Maduro que ha calificado la operación humanitaria de “show hollywoodense”.  Guaidó debe recorrer 800 kilómetros desde Caracas en los que pondrá a prueba su adhesión social más allá de los grandes centros urbanos. “Vamos a pasar, sí o sí”, ha asegurado la diputada Delsa Solórzano, que forma parte de la comitiva opositora. Pero lo que enfrenta el “presidente encargado” es algo más que una carrera de obstáculos: tiene prohibido salir del país por instrucción judicial ¿Qué pasaría si llega a sortear los impedimentos en las rutas y caminos y llega al puente Simón Bolívar que une el estado venezolano de Táchira con Cúcuta? ¿Será detenido por la Guardia Nacional Bolivariana en caso que intente pasar la frontera?  

Guaidó quiere convertir la entrada de los insumos en una rebelión de masas que obligue a un sector militar a desobedecer a las autoridades y, de esta manera, abrir una brecha que acelere el desmoronamiento del Gobierno. El cierre de fronteras añade un nuevo elemento de tensión y posible conflictividad. “Militares colombianos, no se presten a una provocación contra nuestro país”, ha pedido Maduro durante su discurso. “Quiero que sea una frontera dinámica y abierta. Pero debo garantizar la paz y que no prospere ninguna provocación del sumiso Iván Duque. Colombia entera lo sabe”.

OTRAS MEDIDAS RESTRICTIVAS

El Gobierno bolivariano ha suspendido también el tráfico marítimo con Aruba, Curazao y Bonaire, otro de los centros de asistencia humanitaria. “Me duele mucho eso. Tengo raíces en Curazao. No quería hacerlo, pero me obligaron. Esta es otra provocación con la anuencia de Holanda”. A su vez, Venezuela ha advertido a República Dominicana y Puerto  Rico que cuenta con “sólidos indicios” de que EEUU utilizará sus territorios “como plataformas para la planificación y organización de operaciones de naturaleza ilegal y terrorista”. El ministerio de Exteriores ha repudiado las acciones que “faciliten una intervención militar estadounidense y de sus Gobiernos aliados”.

La inminencia del 23-F se vive con sensaciones antagónicas. “El objetivo es la guerra psicológica y de desgaste para anular la voluntad de trabajo y combate de las Fuerzas Armadas y el pueblo”, ha dicho Maduro. “Estamos a pocas horas de un día histórico”, ha afirmado desde Cúcuta la diputada opositora Gaby Arellano que ha hecho un llamamiento a los habitantes de Táchira, un estado venezolano en manos del antichavismo, para que se vuelque masivamente “como un tsunami” hacia el puente, todos vestidos de blanco, y así obligar a los uniformados que permitan la entrada de la ayuda humanitaria. Arellano está convencida de que “los más ansiosos” por la llegada de la ayuda son “los amigos de los cuarteles”. Para la legisladora, una cosa son el Palacio de Miraflores y los altos mandos y otra lo que sucede por debajo en las estructuras castrenses.

El sociólogo alemán Heinz Dieterich, exasesor de Hugo Chávez, creador el lema “socialismo del siglo XXI” y  desde 2014 un enconado enemigo de Maduro, afirma que la intranquilidad ronda a unas Fuerzas Armadas atravesadas por la “ineficiencia generalizada, el nepotismo, la corrupción y la mentira”. En muy poco tiempo se podrá constatar la lealtad con Maduro y, también, la proyección internacional del conflicto venezolano. El embajador adjunto de Rusia ante la ONU, Dmitri Polianski, ha utilizado el mismo lenguaje de Maduro y ha dicho que “empujados por su adicción a las provocaciones, nuestros socios estadounidenses” preparan “una clara y flagrante” situación conflictiva en la frontera más caliente de Sudamérica.

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