TRADICIÓN ANCESTRAL
Japón entra en la era de la "paz afortunada"
Los ciudadanos aguardaban con gran expectación el nombre para identificar el próximo mandato de Naruhito. El país asiático sincroniza su calendario oficial con el reinado de sus emperadores cuando heredan el trono
Japón entrará en mayo en la era Reiwa. Tokyo ha desvelado el nombre bajo el que reinará Naruhito cuando herede el trono del crisantemo de su padre, Akihito. La expectación generada por el gengo o nombre de la era subraya esa idiosincrasia japonesa a prueba de globalizaciones que compatibiliza la tecnología más epatante con tradiciones milenarias. El nombre se entiende como la oportunidad para un formateado mental colectivo.
Miles de ciudadanos esperaron frente a las pantallas de centros comerciales el anuncio de Yoshihide Suga, jefe del gabinete, y respondieron con aplausos y alguna lágrima. Era el final de meses de deliberaciones sensibles y ultrasecretas. Lingüistas, políticos y hasta un Nobel de Ciencias formaron el panel encargado de elegir esta mañana entre las últimas cinco opciones. Su llegada a las oficinas gubernamentales fue filmada desde helicópteros y emitida en directo. Hubieron de entregar sus móviles antes de entrar a unas instalaciones que habían sido escrutadas en busca de micrófonos. Cualquier nombre filtrado antes del anuncio oficial sería inmediatamente descartado, aclaró por si acaso Tokyo. No se conocerá el nombre de los que asesoraron al gobierno ni del que propuso el nombre elegido.
OFICIALIDAD
Los dos caracteres kangi de reiwa son traducibles aproximadamente por “afortunado” o “propicio” y “paz” o “harmonía”. Son la adaptación de viejos poemas japoneses del siglo VIII y rompen la tradición de inspirarse en clásicos chinos. Los expertos se sometieron a estrictas instrucciones: debía estar formado por dos caracteres, ser fácil de leer y escribir y evitar nombres comunes o ya utilizados en las últimas cuatro eras.
El primer ministro, Shinzo Abe, se esforzó en agregarle poesía al asunto: “Así como el florecimiento de las maravillosas flores del ciruelo nos señalan la llegada de la primavera después del amargo frío, cada uno de los japoneses pueden tener esperanzas en el futuro y hacer que sus propias flores florezcan”, dijo.
En Japón convive el calendario gregoriano con el gengo. Este es habitual en la documentación pública, desde contratos y notificaciones hasta billetes de tren o permisos de conducir. También en la prensa, calendarios y felicitaciones de año nuevo. Microsoft ha advertido de que el software de los ordenadores podría afrontar una sincronización complicada al calcular los años porque data de la previa era Hesei.
TRANSICIÓN FÁCIL
Japón adoptó 1.300 años atrás la costumbre china que otorgaba al emperador el control del país e incluso del tiempo. También fue utilizada durante siglos en Vietnam, Corea y otras zonas con influencia china, pero hoy solo sobrevive en Japón. En un principio no era obligatorio que la era coincidiera con el reinado el emperador y acontecimientos históricos o desastres naturales facultaban también el bautizo. Sí lo es en la historia moderna, que puede ser analizada a través de sus gengos.
La era Shova (Japón radiante) de Hirohito fue, con 62 años, la más longeva. También la más problemática: las barbaridades de su imperialismo aún son recordadas en el continente, especialmente en China. En 1989, con la subida al trono de Akihito, empezó la era Hesei o “Alcanzar la paz” con la que el actual emperador ha cerrado muchas heridas con sus vecinos. Su “profundo arrepentimiento” manifestado en el 70º aniversario del final de la guerra fue interpretado por muchos como la necesaria respuesta al viraje militarista de Abe.
Akihito es el primer emperador en abdicar en más de dos siglos. La transición no se prevé problemática: Naruhito también parece más que satisfecho con ese carácter humano que impuso Estados Unidos a los emperadores tras la Segunda Guerra Mundial y su padre desempeñó con entusiasmo. La sonrisa beatífica, el acento en las clases desfavorecidas, el arrepentimiento sincero por los crímenes del imperialismo japonés y la voluntad por aceitar las oxidadas estructuras palaciegas unen a ambos.