Macron combina la firmeza y la flexibilidad para desactivar la huelga
El presidente filtra que no renunciará a la reforma de las pensiones que abandera su Gobierno
A punto de cumplirse dos semanas de la huelga en Francia contra la reforma de las pensiones, el presidente, Emmanuel Macron, fijó ayer las líneas de la negociación, una fina combinación de firmeza y flexibilidad en el diálogo que se entabló con los sindicatos.
Protegido hasta ahora en un segundo plano para dejar en primera línea a su primer ministro, Édouard Philippe, Macron filtró a la prensa que no renunciará a la reforma, pero que está dispuesto a hacer concesiones para mejorarla. Siempre y cuando se mantengan los ejes básicos de la misma y no quede desprovista de su esencia.
El presidente hizo estas declaraciones un día después de la tercera jornada de masivas manifestaciones contra la reforma y tras 14 días de bloqueos en los transportes públicos que mantienen al ralentí al país, sobre todo a la capital y las grandes ciudades.
Macron fijó los contornos de una negociación que horas más tarde comenzó Philippe con los principales líderes sindicales, una ronda en la que el Ejecutivo tiene depositada la confianza para superar el bloqueo.
Por si quedaba alguna duda, el presidente aseguró que no abandonará el proyecto, que considera legítimo porque figuraba en su programa electoral, y necesario para dar solidez al sistema de pensiones.
Pero dejó oxígeno al diálogo emprendido con los interlocutores sociales, en particular en la bautizada como «edad de equilibrio» de la jubilación.
Ese parece ser el flanco por el cual el Gobierno pretende desactivar la unidad sindical.
Jubilación
El proyecto del Ejecutivo sitúa la edad de jubilación en los 64 años y establece una reducción de la pensión para quienes se retiren antes y un incremento de la misma para quienes lo hagan más tarde.
Con ese sistema, el Gobierno cree garantizar el equilibrio financiero del sistema sin retrasar la edad legal mínima de jubilación, fijada en Francia en los 62 años. De hecho, considera que muchos franceses podrán jubilarse antes, ya que el sistema actual obliga a tener cotizados un cierto número de trimestres para cobrar la pensión completa, lo que la retrasa en algunos casos a los 67 años.
No lo ven igual los sindicatos, que piensan que esa medida obliga a los franceses a trabajar más años. Es, de hecho, uno de los pocos puntos en común que presentan todos los sindicatos. El resto de la reforma les divide, entre quienes como la reformista CFDT ven puntos positivos, como la supresión de los regímenes especiales, y quienes como la radical CGT piden la retirada total del proyecto.