Trump lucha contra él mismo para no perder la reelección en EE UU
Con Biden desaparecido en el confinamiento, el presidente compite contra sus errores
Sobre el papel, las elecciones del 3 de noviembre parecen claras. La negligencia de Donald Trump al ignorar la amenaza del coronavirus en China y Europa ha costado 120.000 vidas. El paro es del 13.5%, en comparación al 4.7% que dejó Barack Obama. El país arde con los peores disturbios raciales desde la muerte de Martin Luther King, que Trump aviva cada vez que hace alguna declaración. Y su credibilidad está por los suelos, no sólo por las cerca de 20.000 mentiras que le lleva contabilizadas el diario Washington Post, a un ritmo de 23.8 diarias, sino por descabelladas sugerencias como ingerir lejía para matar el virus o despejar violentamente a manifestantes pacíficos para hacerse una foto con la Biblia en la mano en la puerta de una Iglesia. ¿Cómo va a ganar las elecciones», se preguntan muchos fuera de EE UU.
Las encuestas parecen darles la razón. Joe Biden le saca nueve puntos de ventaja a nivel nacional, según la media de FiveThirtyEight, gurú de los estadistas electorales. El ex vicepresidente de Obama le gana terreno en la mayoría de los Estados bisagra que se consideran campo de batalla para las elecciones, excepto Florida, llave de la Casa Blanca que Trump ha convertido oficialmente en su hogar. ¿Por qué entonces el 55% de los estadounidenses está convencido de que Trump será reelegido para otro mandato, según la media de encuestas analizada por CNN?
Históricamente ese marcador ha sido más acertado que las que preguntaban a la gente por quién votaría. De hecho, la derrota de Hillary Clinton fue la primera vez en la que se equivocaron. De ese error aprendieron también que ‘el hombre teflón’ es inmune a las críticas.
«Cuanto más duro lucha por EEUU, más le atacan», interpretaba su hijo Eric Trump esta semana en una carta de recaudación de fondos enviada por email a millones de sus seguidores. Celebraba el quinto aniversario del lanzamiento de su campaña, un 16 de junio de 2015. «Desde que descendió por esas escaleras mecánicas (en la Torre Trump) los demócratas y la prensa progresista no han parado de atacarle», observaba. «Estas elecciones quedarán en la historia -decía- como las más importantes de nuestras vidas porque quiere hacer algo tan enorme y tan increíble que ni la izquierda radical podrá darle la vuelta».
El objetivo de ese ‘email’ era recaudar 15 millones de dólares en un día, que se sumaron a los 14 recaudados el domingo pasado por su cumpleaños. El presidente le sacaba a su contendiente en marzo 187 millones de dólares de ventaja y aunque el Partido Demócrata se ha unido para compensar ese déficit, Trump sigue teniendo la mano ganadora en caja y en audiencia.
La cadena Fox, que repica con lealtad su discurso e ignora las noticias que no le son favorables, es con mucho líder de audiencia. En abril tenía una media de 3.68 millones de seguidores en hora pico, frente a los 2.85 de CNN, que le sigue en la escala. 82 millones de seguidores Fox domina, una palabra que deleita al mandatario. Y en las redes sociales él es dios, con más de 82 millones de seguidores en Twitter, frente a los seis de Joe Biden.
Trump ni siquiera ha empezado con él. Su campaña ha estado suspendida durante los tres meses que ha durado la pausa del coronavirus, solo que mientras el presidente usa su cargo para acaparar la atención de las cámaras y manipular a la opinión pública, Biden está desaparecido, confinado en el sótano de su casa en Delaware, donde se ha montado un estudio casero para dar entrevistas. Una vez más, cumplir con la reglas del bienestar común es una desventaja.
El candidato demócrata da una imagen débil cuando aparece solemne con su mascarilla, mientras que Trump se presenta como hombre fuerte aclamado por las masas. Su primer mitin desde que empezó la pandemia, celebrado este sábado en Tulsa (Oklahoma) fue un espectáculo mediático pensado para llegar a todas las pantallas de la tierra de Trump. Un festival de masas en un auditorio de 19.000 asientos con un pabellón anexo de 10.000. Nada, para el millón de personas -con seis ceros- que habían solicitado entradas, sin que les desalentase siquiera el repunte de Covid-19 en el estado, ni el miedo a las masas. La mascarilla que se regalaba en la puerta era un mero ‘souvenir’ que no se exigía usar. Trump no tiene rival. Solo compite consigo mismo y sabe que puede ganar esa batalla porque quienes se horrorizan con sus mentiras y disparates nunca votarían por él, haga lo que haga.