Madrid y Dublín luchan en la UE por el control del Eurogrupo
La ministra Calviño y Donohoe se perfilan como finalistas en la reñida votación del jueves
La carrera por la presidencia del Eurogrupo entra en su recta final. El jueves, el consejo informal de ministros de Economía y Finanzas de los diecinueve países que comparten divisa elegirá al colega que va a coordinar su agenda los próximos dos años y medio.
Los tres candidatos que solicitaron formalmente ocupar el puesto el 25 de junio continúan en la disputa. Pero sus opciones son desiguales. Las apuestas señalan dos claros finalistas, la española Nadia Calviño y el irlandés Paschal Donohoe. El tercero en discordia, el luxemburgués liberal Pierre Gramegna, parece haberse desdibujado en la contienda entre socialistas y conservadores, las dos grandes familias ideológicas de Europa. Sobre el papel, y como ya le sucedió en 2017, cuando intentó dar el mismo salto, el ministro del Gran Ducado sería el primero en autodescartarse. Aunque no se da nada por seguro. Porque podría quedar como recurso de último momento si se entrara en bloqueo con los otros dos aspirantes.
El procedimiento de elección se realizaría de forma telemática. No hay prevista reunión presencial en Bruselas. Si ninguno obtiene 10 de los 19 votos en la primera ronda, serán informados en privado de los apoyos con los que cuentan. El más rezagado tendría la oportunidad de retirarse. El sufragio continuará hasta que un nombre concite la mayoría simple.
Las expectativas de que Calviño se convierta en la primera mujer presidenta en los veintidós años de historia de este órgano colegiado siguen siendo altas, aunque se han debilitado en los últimos días. La euforia se disparaba en el Gobierno español al día siguiente de oficializar su nominación. Angela Merkel daba apoyo expresó a la coruñesa con una frase sin margen para la ambigüedad: «No es un secreto que Nadia Calviño es una candidata que también cuenta con apoyo en el Gobierno alemán». Su ministro de Finanzas, Olaf Scholz, no ha ocultado ese respaldo, como tampoco (aunque sin tanta claridad) lo ha hecho el francés, Bruno Le Maire.
El espaldarazo teórico de las dos grandes economías del euro es una buena baza, pero no es garantía de éxito en un proceso de elección como este, en el que se conjugan muchas otras variables (representación geográfica, adscripción política, doctrina económica). Y que se produce, además, en una Europa debilitada por la pandemia del coronavirus y con una fisura norte-sur sobre el tratamiento que ha de emplearse para la recuperación (préstamos y/o subsidios a cambio de reformas de empaque).
Otros gobiernos como el italiano, el portugués e incluso el belga podrían sumar también por la española en la ronda final. Se enfrentaría a la oposición frontal de Países Bajos, Austria, y, por descontado, la propia Irlanda. Lo tendrá difícil y la condicionalidad estará encima de la mesa. A su favor estaría, sin embargo, esa norma no escrita que dicta que la alternancia ideológica en el Eurogrupo debe darse cada cinco años. El portugués Mario Centeno, socialista, sólo ha consumido la mitad. Su predecesor holandés, el ‘halcón’ Jeroen Dijsselbloem, completó el lustro.
En cualquier caso, el Partido Popular Europeo (EPP por sus siglas en inglés) ya ha expresado su «pleno apoyo» a Paschal Donohoe.
«Tiene la experiencia necesaria para liderar el Eurogrupo. Se ha comprometido a construir puentes entre todos los Estados miembros; de norte a sur, de este a oeste, sean pequeños o grandes», defiende en un comunicado.
Nada sorprendente si se tiene en cuenta que su partido, el irlandés Fina Gael, forma parte de esa familia política. Pero también el PP, que ha secundado a Calviño, o la propia CDU de Angela Merkel. A priori el mensaje ‘anula’ al supuesto recambio de los más ortodoxos (al luxemburgués). Y tampoco sería trascendental en la elección. Porque a efectos prácticos, sólo hay ocho gobiernos conservadores en el Eurogrupo, frente a cinco socialistas, tres liberales (Francia y Bélgica y el liberal-socialista Finlandia), uno de extrema derecha (Estonia) y otro independiente (Lituania). Así que la mayoría simple puede vascular en una u otra dirección. Por un puñado de votos.
Pero ese apoyo del EPP tiene otra dimensión. Se lanzó horas después de que Dublín decidiera concentrar toda su estrategia internacional en Donohoe. ¿Cómo? Apeando a su comisario de Agricultura en el Ejecutivo de Bruselas, Phil Hogan, de la carrera para pilotar la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Para relevar al brasileño Roberto Azevêdo, aspira también la ministra de Exteriores Arancha González-Laya. El plazo para presentar solicitud formal expira el día 8, víspera de la votación en el Eurogrupo. Que una de las dos españolas consiga apoyo europeo es muy posible, pero las dos y en la misma semana, poco probable.