Kamala Harris enfrenta a EE UU con su racismo
Kamala Harris no era ayer la fiscal general de California que puso a los bancos contra la pared tras la crisis de 2008, ni la senadora que triunfó en las redes sociales por la dureza con la que interrogó al juez del Supremo Brett Kavanaugh, acusado de intento de violación. Era la niña de pelo afro a la que crió su madre de India, divorciada de su padre jamaicano, cuando ella tenía sólo cinco años, que ha crecido y se ha labrado un destino en la historia de su país sin olvidar su origen inmigrante. «Mi madre nos crió para ser mujeres negras, fuertes y orgullosas de nuestra herencia india», declaró desafiante.
Los pesos pesados del Partido Demócrata habían hecho el trabajo sucio de ir a por el presidente Donald Trump con argumentos contundentes para que Harris pudiera disfrutar el momento de convertirse en la primera mujer negra nominada a vicepresidenta. Su papel era el de presentarse a sí misma ante los votantes, contar su historia personal y ligarla con la de millones de estadounidenses que se identificarán con ella. Pero si hace doce años la elección de Barack Obama hizo que todos los estadounidenses se sintieran bien consigo mismos, Harris no ha sido tan complaciente. «Seamos claros: no hay vacuna para el racismo. Tenemos que hacer el trabajo», les confrontó.
El trabajo empieza con ella y con llevarla hasta la Casa Blanca, junto a Joe Biden, para despojar a Donald Trump del cargo con el que ha puesto al país al borde del abismo.
«Tras las elecciones dije que le debíamos recibir con la mente abierta y darle la oportunidad de liderar, y de verdad que lo decía en serio», contó Hillary Clinton desde el salón de su casa en Chappaqua (Nueva York). No es que nadie tuviera grandes expectativas en el magnate que conocían de los tabloides y reality shows, pero Trump se las arregló para decepcionarlos a todos. Es el primer presidente que no recibe el apoyo de ningún otro presidente vivo para su reelección, ni de su partido ni de la oposición, pese a tratarse de un pequeño y exclusivo club en el que todos acaban apoyándose y trabajando juntos en obras de caridad. Jimmy Carter, Bill Clinton y Barack Obama han presentado su caso contra él, mientras que George W. Bush ni siquiera estará la semana que viene en la convención republicana.
La primera gran decisión que ha Biden tomado ha sido la de elegir a Harris como su mano derecha, una selección que ya ha realzado su perfil. A Biden le toca presentarse a los estadounidenses, una tarea difícil porque se le conoce hace más de medio siglo. Tendrá que convencerles de que su mandato no será el tercero de Obama, sino de que tiene vida propia y puede llegar a cotas más altas que la del primer presidente negro, como demandan los tiempos del ‘Black Lives Matter’.