Los talibanes lanzan una gran ofensiva en Afganistán y obligan a EE UU a intervenir
Miles de civiles escapan de los combates en Lashkar Gah, capital de la provincia afgana de Helmand, y sus distritos más cercanos. Los talibanes dan un paso al frente con una ofensiva a gran escala en todo el país con la que tratan de recuperar el control «de varias zonas que el Gobierno nos arrebató hace unos meses», declaró a la cadena Tolo el portavoz insurgente, Qari Yusuf.
«Han bloqueado la mayor parte de los accesos, nuestras fuerzas estaban dormidas y los mandos solo se dieron cuenta del peligro cuando el enemigo estaba ya prácticamente a las puertas de la ciudad», lamentó Bashir Ahmad Shakir, uno de los líderes locales, en declaraciones realizadas a la prensa local.
La ofensiva comenzó la semana pasada con varios ataques coordinados en diferentes distritos y se intensificó a lo largo del fin de semana con el avance sobre la capital. La violencia del ataque obligó incluso a reaccionar a Estados Unidos, cuyos aviones realizaron el lunes varios bombardeos quirúrgicos de apoyo a las fuerzas afganas, algo que no sucedía desde la firma del acuerdo con los talibanes el 29 de febrero.
La insurgencia negocia la paz con el Gobierno en Doha, pero al mismo tiempo intensifica las operaciones sobre el terreno en una auténtica exhibición de fuerza. Este avance en Helmand se produce pocos días después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara vía Twitter que le gustaría tener a sus tropas en casa antes de Navidad, un mensaje al que los talibanes dieron la bienvenida.
Sin embargo, los analistas afganos mostraron su pesimismo ante el futuro próximo y destacaron que, si con miles de soldados norteamericanos aún sobre el terreno son capaces de estas operaciones, ¿qué harán después de su salida?
El aumento de la tensión en Helmand provocó también la reacción del jefe de la junta de generales de Estados Unidos, Mark Milley, quien indicó en una entrevista a la cadena de radio NPR que la retirada de los últimos 4.500 soldados depende de una reducción de los ataques de los talibanes y de los avances en las negociaciones de paz porque «estamos tratando de terminar una guerra en forma deliberadamente responsable».
Desde febrero hasta la actualidad el repliegue avanza y 8.000 militares ya han abandonado el país asiático. Las fuerzas especiales afganas respondieron y en las últimas 24 horas «al menos 23 talibanes han muerto y hemos establecido cinco nuevos puestos de control», informaron desde el Ministerio de Defensa de Kabul.
COMPROMISO ROTO
El comandante de la Otan en el país, general Scott Miller, pidió a la insurgencia «el final de la ofensiva en Helmand y la reducción de la violencia en el resto del país. No está en sintonía con el pacto que firmamos con ellos y perjudica a las negociaciones entre afganos de Doha».
Según el acuerdo sellado con Estados Unidos, los talibanes se comprometieron a no atacar ciudades. El avance insurgente se acompaña con una intensa campaña en redes sociales con anuncios que imitan la estética del grupo yihadista Estado Islámico y muestran a sus muyahidines (guerreros santos) victoriosos en el campo de batalla.