Fechado y firmado

Casi con seguridad, el autor o autores del tremendo atentado de ayer en Israel no habían nacido el 5 de junio de 1967, pero, a su manera, recordaron el aniversario: hace ya 35 años que otro 5 de junio, el de 1967, vio la ocupación por Israel de Cisjordania y Gaza. El atentado estaba fechado y firmado. El Ejército judío ocupó también los altos del Golán sirios y toda la península del Sinaí (restituida después a Egipto por los acuerdos de Camp David). Al día de hoy, que se sepa, el Gobierno israelí ni ningún gobierno imaginable de coalición se plantea devolver las tierras ocupadas y, por tanto, en cuanto que ocupante y colonizador, no puede esperar más que resistencia política y física. Dicho esto, el atentado puede ser condenado y en términos políticos debe serlo. Y la Autoridad Palestina lo ha hecho no como un rito, sino por convicción y oportunidad política: la muerte de no combatientes está perjudicando en términos de imagen y credibilidad el justo combate palestino, y el hecho de que Israel haga lo mismo (programa de asesinatos selectivos) no lo justifica. Pero eso es otra cuestión: la Yihad Islámica, autora de la matanza y que organizó la acción y proporcionó el kamikaze, no es miembro de la OLP ni del Gobierno palestino. Es, con Hamas, el gran factor del islamismo en auge y nació, entre otras cosas, por el discreto empujón que le dieron en su día los servicios especiales israelíes, empeñados entonces en debilitar a Arafat. Y lo consiguieron... Cuando se produjo el nuevo atentado, el marco político y diplomático regional era el menos adecuado: los norteamericanos Tenet y Burns estaban sobre el terreno, el presidente egipcio Mubarak, portador de un sustancial plan de arreglo global, con un pie en el avión de Washington, donde esperan el lunes a Ariel Sharon. La primera reacción israelí fue la de enviar sus helicópteros a bombardear... Yenin. Los iniciados saben por qué: es una plaza fuerte del islamismo y, en particular, de la Yihad, cuyos combatientes se batieron a fondo con los israelíes y les causaron 36 muertos durante la cruel toma de la ciudad y su campo de refugiados aledaño. Los grandes actores internacionales que se afanan en reorientar la crisis hacia una salida negociada deberían asumir estos hechos, por trágicos y condenables que sean o parezcan, y no darles el poder de arruinar su esfuerzo negociador.