OPINIÓN Enrique Vázquez
La contención y el arreglo final
Israel reaccionó con rapidez al mortífero atentado del miércoles: bombardeó Yenín (un baluarte de la Yihad), reocupó parcialmente la ciudad y se acercó de nuevo a la Mukata, la sede de Yassir Arafat, holló el recinto, derribó un edificio y mató a un guardia de la seguridad presidencial... Poca cosa. ¿Por qué? ¿Qué intenta preservar Israel con esta visible autocontención? Hay que añadir que, de inmediato, Ariel Sharon declaró que el atentado no cancelaría su viaje a los Estados Unidos, aunque podría acortarlo. El primer ministro israelí será recibido en la Casa Blanca el lunes... es decir, sólo 24 horas después de que deje la capital federal el presidente Mubarak, quien estará con Bush en Camp David el viernes y sábado. Además, parece ganar puntos la tesis de que Israel no debe negarse a negociar políticamente aunque haya atentados -pilar del argumento de Sharon, quien exige una suerte de armisticio previo- y Miguel Ángel Moratinos, el representante europeo en la región, se atiene a la conocida máxima del llorado general Rabin: hay que combatir el terrorismo como si no hubiera proceso de paz y mantener el proceso como si no hubiera terrorismo. Hay indicios de que Sharon, belicoso por temperamento y elegido primer ministro con un programa basado en la restauración de la seguridad, asume lentamente la necesidad de dialogar y está más cerca de su ministro de Defensa, Ben Eliezer, hostil a la invasión de Gaza o la reocupación de ciudades autónomas, que al jefe del Estado Mayor, Saul Mofaz, un duro, que, por cierto, dejará su puesto el mes próximo. En este marco, en el que se inserta la reorganización de los servicios policiales de la AP, se podría decir que el primer ministro israelí ha sufrido otro revés con la renuncia de su candidato a jefe superior de la nueva Seguridad palestina, el coronel Mohamed Dahlan, hasta ahora a cargo en Gaza, quien, visiblemente, aspiraba al puesto. Dahlan, bien visto por la CIA, ha dado su batalla por perdida y es seguro que tener el oficioso visto bueno de Sharon no le ha ayudado mucho. Israel, pues, parece poner límites a su conducta y a los instrumentos a su servicio: una política de pura represalia militar sería incompatible con lo que traman las alturas -Bush-Mubarak-UE-Rusia-saudíes- destinado a fructificar en algo que recuerde a un esbozo de arreglo final...